Por AFP Agencia |29 de agosto de 2017, 23:55 PM

Más de dos millones de musulmanes llegados de todo el mundo empezaron este miércoles la peregrinación a la Meca, un rito con varias etapas en el lugar más sagrado del islam.

Las autoridades saudíes movilizaron importantes medios, incluyendo 100.000 miembros de las fuerzas de seguridad, dos años después de que una gigantesca estampida dejara cerca de 2.300 muertos durante el hach, uno de los cinco pilares del islam.

Al amanecer, ya se podía palpar el fervor religioso en la explanada de la Gran Mezquita, con los peregrinos listos para llegar a Mina, a cinco kilómetros al este de La Meca.

Mientras que algunos esperan el autobús, otros cumplen con el tawaf, el ritual que comprende siete vueltas en torno a la Kaaba, una construcción cúbica envuelta en una pesada tela negra con versículos del Corán bordados en oro, en cuya dirección oran los musulmanes de todo el mundo. 

Nur, una saudí de 30 años, acelera el paso. "Todavía tengo que terminar el tawaf" antes de ir a Mina, explica, sin detenerse.

Risvana, por su parte, parece más tranquila. Sentada en una silla plegable en medio de la explanada, acuna a su bebé de seis meses, con quien espera realizar la peregrinación. "Lo tengo todo preparado para él", dice, mostrando la botella de agua que sobresale de su bolso.

"Cada vez, surgen nuevas emociones", cuenta Tidjani Traore, un funcionario de Benín de 53 años, que se prepara para su 22ª peregrinación.  "Hay innovaciones en la organización y el albergue de los peregrinos. Ahora, por ejemplo, las tiendas tienen aire acondicionado", señala. 

- La seguridad, una 'prioridad' -

Por su parte, equipos de empleados, asiáticos en su mayoría, limpian la explanada con chorros de agua varias veces al día.

Este año, participarán en el hach los peregrinos iraníes, que no viajaron en 2016 tras la ruptura de relaciones entre la república islámica y el reino saudita. 

La estampida de 2015 dejó 464 víctimas iraníes y, unos meses más tarde, Riad y Teherán rompieron relaciones después de que un dignatario chiita fuera ejecutado en Arabia Saudí y del ataque de las misiones diplomáticas saudíes en Irán.

"Garantizar la seguridad de los peregrinos es nuestra prioridad", insistió el martes el general Mansur Al Turki, portavoz del ministerio de Interior. 

Este año, el peregrinaje se produce en un momento de crisis entre Arabia Saudita y sus aliados y Catar, a quien el reino acusa de apoyar el "terrorismo" y de ser demasiado cercano a Irán.

Desde el 5 de junio pasado, Catar vive aislado y bajo un duro embargo. El bloqueo complica el peregrinaje de los cataríes, pero la semana pasada los saudíes anunciaron que la frontera quedaría abierta para los fieles que quieran ir a La Meca y que aviones sauditas iban a ser enviados a Doha para transportarlos. 

- En silla de ruedas -

Además, el hach se produce bajo la amenaza del grupo yihadista Estado Islámico, acechado en Irak y Siria, pero que sigue expandiendo el terror, principalmente en Oriente Medio y en Europa.

A unos pasos de la Kaaba, Fatiya Taha, de 67 años, no esconde su alegría. "Esperaba hacer este peregrinaje desde hacía cuatro años", aseguró Taha, la mayor de un grupo de egipcias, en su silla de ruedas. 

El momento culminante del hach tendrá lugar el jueves, con la ascensión del monte Arafat para un día de oraciones e invocaciones. 

Antes de que empiecen los ritos, el olor del almizcle inunda los accesos. Las ganduras, farashas y chilabas —vestidos tradicionales de los países de origen de los peregrinos—, de vivos colores, se ven por todas partes. 

El peregrinaje constituye una importante fuente de ingresos para el reino saudí. 

El programa de reformas económicas "Visión 2030", orquestado en un contexto de caída de precios del petróleo, incluye el impulso del turismo religioso. Según cifras oficiales, el número de peregrinos llegados desde el extranjero será mayor al de 2016.