Por Teletica.com Redacción |2 de julio de 2017, 10:04 AM

Con 23 años, Julian Draxler vivió el domingo una noche que marcó un antes y un después en su carrera: levantó como capitán de Alemania la Copa de las Confederaciones, donde el jugador del París Saint-Germain demostró su alma ganadora siendo elegido el mejor del torneo.

Con ello, Draxler consiguió acallar a los críticos, que le acusaron en un pasado reciente de no tener las cualidades necesarias para ser un líder.

"Lo voy a decir claramente: no ficharía a Draxler para un gran club por su carácter débil. Puede que tenga talento, pero no ha demostrado que pueda marcar la diferencia al más alto nivel", opinó un mito del fútbol alemán, Lothar Matthaus, en una columna en Sport Bild el pasado mes de diciembre, en vísperas de que Draxler hiciera las maletas en Wolfsburgo para instalarse en París.

Matthaus no podía seguramente imaginar en ese momento que ese joven callado y discreto sobre su vida privada, con un perfil alejado de otras estrellas mediáticas del fútbol, iba a ser el encargado de capitanear a una Alemania renovada, llena de jóvenes por decisión de Joachim Löw, que quiso aprovechar la Confederaciones para brindar experiencia a la generación llamada a protagonizar el futuro de la Mannschaft.

Draxler pasó en un año de joven promesa nacional, con sus destellos de calidad en la Eurocopa de Francia 2016, donde Alemania llegó a semifinales, hasta el reconocimiento y la gloria en San Petersburgo, tras la final ganada 1-0 ante Alexis Sánchez, Arturo Vidal y el resto de estrellas chilenas.

"Hemos luchando mucho y esta victoria es merecida. Todos los títulos son especiales, pero éste lo es más", estimó Draxler poco después del pitido final ante los micrófonos de la televisión ZDF.

Lejos quedan sus primeros días en el fútbol, cuando con 8 años fue 'cazado' por el Schalke 04. Allí fue escalando en infantiles y juveniles, hasta el primer equipo, con el que debutó en 2011, con 17 años y medio, sustituyendo al croata Ivan Rakitic en un partido ante el Hamburgo.

Enamorado de París

Tras cuatro años en el Schalke, donde se fue haciendo un nombre, pudo debutar con la selección alemana -con la que formó parte del plantel campeón del mundo en 2014- y donde jugó en la Liga de Campeones. Tras coquetear con la Juventus, pasó en 2015 al Wolfsburgo, con el que también disputó la Champions, hasta que el Real Madrid le cortó el paso.

Con el equipo del centro de Alemania, de la ciudad-cuna del gigante automovilístico Volkswagen, no terminó bien al forzar su salida hacia el París Saint-Germain.

Deportivamente, sus primeros meses en el París Saint-Germain estuvieron marcados por la eliminación ante el Barça en octavos de la Liga de Campeones y por perder luego el pulso liguero ante el Mónaco. Los parisinos ganaron, eso sí, la Copa de la Liga y la Copa de Francia.

Pero personalmente, la experiencia de París le entusiasma. La ciudad le encanta y por eso prefirió vivir en un apartamento en un distrito 'chic' y no en una casa en las afueras.

"Es una ciudad maravillosa. En cuanto llegué me fui a ver la torre Eiffel y los otros monumentos. Me encanta sentarme a tomar un café y ver a la gente pasar por la calle", aseguró hace unos meses en una entrevista en el diario Le Parisien.

Llegó a la Confederaciones tras unos días de vacaciones en la isla española de Ibiza. Ahora puede volver a tomarse un respiro, ya como campeón y como líder acreditado de la nueva generación alemana.