Por AFP Agencia |14 de febrero de 2016, 6:47 AM

Como muchos de sus compatriotas, Amir al Halabi tendrá que pasar un año más el día de San Valentín lejos de su enamorada, en su caso porque su ciudad, Alepo, ha quedado dividida en dos por la guerra.

Este fotoperiodista de 20 años vive en el este, una zona en manos de los rebeldes mientras que Ranim, su novia, vive en el oeste, en la zona controlada por las fuerzas del gobierno. 

La ciudad, devastada por la guerra y dividida desde mediados de 2012, fue el corazón económico del país antes de que empezara el conflicto, en 2011.

"Llevamos seis años enamorados. Celebramos juntos San Valentín en 2010 y 2011, antes de que dividieran la ciudad. Desde entonces nos comunicamos por Skype pero no nos hemos podido personalmente", explica a la AFP.

Con el apoyo de milicias y de los bombardeos rusos, el régimen ha lanzado una amplia ofensiva en la ciudad y en toda la provincia de Alepo, que ha obligado a huir a miles de personas.

Esta operación es el último capítulo de un conflicto que empezó en 2011 con protestas pacíficas contra el régimen y en el que ya han muerto 260.000 personas, mientras que más de la mitad de la población del país ha tenido que abandonar sus casas.

A pesar de ello, Halabi no deja de pensar en Ranim. "Este año he decidido prepararle una sorpresa y se la mandé a través de un amigo que pudo ir al oeste hace unos días", dijo, sin querer revelar de que se trata. "Espero que la conexión de internet sea buena para contactar con ella por Skype en San Valentín", anhela.

Permiso lejos del frente

En las afueras de la ciudad de Duma, cerca de Damasco, un feudo de la oposición, el soldado del régimen sirio Jihad al Ashqar se pasará San Valentín en una caserna. 

Jihad lleva el nombre de su mujer, Hiyam, grabado en la culata de madera de su arma y quiere mandarle una foto como regalo de San Valentín. "Nunca habíamos celebrado San Valentín, pero estar lejos de mi mujer me hace sentir la belleza de este día. Todo lo que puedo hacer es intentar que sea feliz", explica.

En otra habitación del cuartel, Abdel Rahman, un soldado de 24 años, ha guardado un obús que cayó en las afueras de Duma y quiere convertirlo en un regalo.

"Una vez vi una película extranjera en la que el héroe llenaba un obús con flores y se lo daba a su enamorada como si fuera un jarrón. Estoy pensando en hacer lo mismo", explica.

A diferencia de muchos de sus camaradas, Abdel Rahman podrá entregárselo en persona porque ha conseguido un permiso para San Valentín después de haber pasado los dos últimos en el frente. "La voy a sorprender volviendo a Homs", una ciudad en el centro de Siria.

En otros casos, como el del ambulanciero Nureddin Othman, de 21 años, la guerra lo ha llevado a conocer a una chica, Yasmine, cuando ambos recibían formación de paramédicos en el este rebelde de Alepo.

Sin embargo, el año pasado no pudieron celebrar San Valentín juntos. Othman resultó herido en el ataque de un helicóptero del gobierno y tuvo que ir a Turquía, donde le amputaron un pie. Este año volvió a Siria para reunirse con su amada.

"Volví hace tres meses y espero poder celebrar San Valentín con ella. Pero su familia me rechaza y sé perfectamente la razón, me he convertido en un inválido permanente", explica, aunque asegura que no se rendirá. "Este año no podré celebrar San Valentín con ella pero no me dejaré vencer por la desesperación y continuaré intentando convencer a su familia", afirma.