Por AFP Agencia |29 de junio de 2022, 5:32 AM

San Antonio, Estados Unidos | Decenas de personas se reunieron este martes por la noche en San Antonio (Texas) para celebrar una vigilia por los 51 migrantes hallados muertos el lunes en el remolque de un camión abandonado en esa ciudad estadounidense, situada a proximidad de la frontera mexicana.

El aguacero que cayó durante horas sobre la localidad cambió los planes iniciales, por lo cual la ceremonia tuvo lugar bajo un cobertizo en un parque, no al aire libre, y la luz de los celulares sustituyó a las velas.

Pero eso no impidió que los presentes expresaran su dolor y su rabia por la muerte de los migrantes.

En círculo, varias personas tomaron la palabra para lamentar lo ocurrido, pedir cambios a las autoridades o llamar a la oración.

"Esto duele mucho", dijo Andrea Osorio, una mexicana de 48 años.

"Yo estoy aquí [en San Antonio] 33 años, sin documentos, con miedo diario (...) y yo sé por qué venimos. No venimos a cometer crímenes, sólo venimos por un futuro mejor", añadió.

La vigilia contó con la presencia de ancianos, de jóvenes y de niños pequeños que acudieron con sus padres.

También asistió el alcalde de San Antonio, Ron Nirenberg, que escuchó en silencio a los demás y se marchó sin hacer declaraciones.

"Terrible"

El uruguayo Carlos Eduardo Espina, de 23 años, se mostró muy crítico con la política migratoria de Estados Unidos, el país al que llegó con cinco años de edad.

"Esto es terrible y parte el corazón", dijo este activista de padre uruguayo y madre mexicana. "Pero cada día se está ahogando gente en el río [Bravo], cada día está muriendo gente en el desierto. La muerte es la norma en la inmigración de Estados Unidos", agregó.

Espina cree que el país norteamericano debería tener políticas más humanitarias y aumentar el número de visados que se otorgan cada año.

"Hay que seguir luchando porque si no esto va a continuar", advirtió el militante, que acusó a los gobiernos de los países de origen de los migrantes de ignorar el bienestar de su gente.

A unos pocos pasos del círculo, la mexicana Guillermina Barrón, de 38 años, escuchó en silencio las palabras de los demás.

"Desgraciadamente, me identifico mucho con lo que está pasando porque soy mexicana, aunque yo emigré aquí hace 20 años", contó a la AFP con lágrimas en los ojos.

"Siento mucho dolor y mucha impotencia. Hay que cambiar muchas cosas porque son muchas las vidas que se perdieron", lamentó.

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