Por AFP Agencia |13 de septiembre de 2020, 7:14 AM

El gobierno afgano y los talibanes continúan este domingo en Doha unas negociaciones de paz de desenlace incierto debido a las profundas discrepancias entre los beligerantes en un país en guerra desde hace casi 19 años.

Los desafíos no faltan en este "diálogo interafgano", desde un posible alto el fuego, hasta el tipo de régimen y la capacidad de gobernar juntos.

En la ceremonia inaugural del sábado, el negociador del gobierno afgano, Abdulá Abdulá, presentó la principal petición de Kabul: un "alto el fuego humanitario". Una tregua que los insurgentes no han mencionado a su llegada a la mesa de negociaciones.

Los talibanes temen que una disminución de la violencia les haga perder influencia.

Sin embargo, Abdulá Abdulá afirmó, en una entrevista a la AFP, que los talibanes podrían aceptar un alto el fuego a cambio de una nueva liberación de prisioneros.

"Es posible" que los talibanes estén considerando esta opción, estimó Abdulá, mientras que Kabul ya ha liberado a 5.000 insurgentes a cambio de mil miembros de las fuerzas afganas como parte de un canje previsto en un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes firmado en febrero en Doha.

Un alto el fuego "podría ser una de sus ideas o de sus peticiones", agregó el jefe del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional. 

Mientras los comités técnicos de ambas partes tenían previsto reunirse el domingo para elaborar un programa de negociaciones, volvió la violencia a Afganistán.

Según las autoridades, seis agentes de policía murieron durante la noche en un ataque de los talibanes en Kunduz (norte), mientras que cinco agentes murieron en otro ataque en la provincia de Kapisa, cerca de la capital. 

Dos civiles resultaron heridos en la explosión de una mina terrestre en Kabul, y otra explosión en la misma ciudad no causó víctimas. 

Preservar los logros 

El tipo de gobierno que tendría el país también genera fricción en las negociaciones.

El jefe de los negociadores talibanes, Abdul Ghani Baradar, recordó durante la ceremonia de apertura el deseo de los insurgentes de ver Afganistán gobernado por un "sistema islámico" donde la ley sea dictada por un islam rigorista.

Por el contrario, el gobierno del presidente afgano Ashraf Ghani insiste en mantener la joven república y su Constitución, que ha consagrado muchos derechos, sobre todo a las minorías religiosas y a las mujeres, que serían las grandes perdedoras de un regreso a las prácticas vigentes bajo el yugo de los talibanes (1996-2001).

Durante ese período la policía religiosa azotaba a mujeres que vestían cualquier prenda que no fuera una burka y las acusadas de adulterio a veces eran ejecutadas en estadios después de la oración del viernes.

Ghani pidió, en un comunicado, "una paz duradera y digna" que preserve "los logros de los últimos 19 años".

Cuatro mujeres figuran entre los 21 negociadores del gobierno. Del lado de los talibanes, ninguna.

 "Aprovechar la oportunidad" 

La primera reunión fue "muy positiva", señaló Habiba Sarabi, una de las negociadoras de Kabul.

"Nos enfrentaremos sin duda a muchos desafíos en las negociaciones en los próximos días, semanas y meses", reconoció este sábado el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, quien viajó a Doha para la apertura de las conversaciones, e instó a ambas partes a "aprovechar la oportunidad" de hacer la paz para las generaciones futuras.

Diecinueve años después de la intervención internacional liderada por Estados Unidos tras los mortíferos atentados del 11 de septiembre de 2001, y que expulsó a los talibanes del poder, la guerra sigue matando a decenas de personas a diario.

La guerra también ha destruido la economía del país y la mayoría de los afganos vive en una pobreza extrema.

La contienda bélica ha matado a decenas de miles de personas, incluidos 2.400 soldados estadounidenses, ha provocado la huida de millones de habitantes y le ha costado a Washington más de un billón de dólares.

Estas conversaciones de paz, respaldadas por Estados Unidos, se retrasaron seis meses debido a los desacuerdos sobre el canje de prisioneros negociado en febrero entre Washington y los talibanes.

Muchos afganos temen el regreso al poder, parcial o total, de los talibanes, que albergaron a la red yihadista Al Qaida antes del 11 de septiembre de 2001.

Sin embargo, los talibanes se hallan en una posición de fuerza desde la firma del acuerdo con Estados Unidos, que prevé la retirada de las tropas estadounidenses y la celebración de este diálogo interafgano.