Por Eric Corrales |13 de diciembre de 2021, 6:42 AM

Diciembre se ha caracterizado por ser una época de dar y recibir amor, de ser solidarios con los que menos tienen y de compartir momentos de calidad con los seres queridos. Sin embargo, la pandemia, la crisis económica y el desempleo, entre otros factores, han provocado una “bomba de tiempo” en las personas, que luego descargan esa ira con los demás.

Esto quedó evidencia durante los últimos días en el país, donde se presentaron varios eventos violentos que, por fortuna, no resultaron en una tragedia.

Quizás el más sonado fue el de dos mujeres y un hombre que viajaban en un autobús de Acosta cuando se enfrascaron en una violenta discusión que terminó en golpes y requirió de una intervención de la Fuerza Pública. Al parecer, todo inició porque una de las mujeres cerró las ventanas del autobús mientras que otra las abría porque, según su versión, se estaba "ahogando de calor".

El otro caso ocurrió en el City Mall de Alajuela, donde una dependiente de un quiosco de venta de licores se enfrentó a golpes con otra mujer. Al parecer, todo comenzó porque la dependiente se negó a darle una prueba de un licor a la otra mujer y la discusión escaló a los golpes.

El tercer hecho se presentó en Heredia cuando varios taxistas se encontraban en una parada y dos de ellos se terminaron agarrando, al parecer, el problema se habría originado por un regalo de Navidad.

Conflicto en el Mall de Alajuela

Teletica.com conversó con el psicoanalista Esteban Ruiz sobre los factores que influyen en una sociedad para que este tipo de agresiones se originen y, principalmente, sobre cómo se pueden evitar.

“Lo que pasa es que tenemos una acumulación de frustración a nivel nacional provocado por varios factores como los dos últimos años de pandemia, el confinamiento, la falta de trabajo, el estrés laboral, el no tener la misma cantidad de dinero disponible; hay gente que no está recibiendo aguinaldos, hay gente que perdió bienes porque no pudieron pagar la deuda del banco, hay gente que le redujeron la jornada laboral. Todo es un conjunto que provoca que se genere mucha frustración en las personas.

La tolerancia ante la frustración no se enseña en las escuelas, debería ser toda una materia, relaciones interpersonales, cómo manejar los conflictos sociales, eso no se enseña, no se educa para eso, se le debería dar énfasis a esto. Actualmente, contamos con más carros en las calles, más presas, caminos en mal estado, menos dinero, menos trabajo, la gente anda como una bomba de tiempo hoy en día.

“Existe una falta de habilidades blandas en la calle, estas son todas aquellas habilidades que nos permiten entender la conducta ajena y entender la conducta propia para poder tomar una decisión adecuada que nos ayude a sobrellevar situaciones que, por lo general, no deben acabar en la violencia”.

¿Se puede reproducir este tipo de violencia dentro del hogar?

“Los videos que vemos es porque la gente lo está evidenciando en vía pública y en la calle siempre hay una persona que tiene un teléfono, pero los hogares no escapan de ser una bomba de tiempo también, ahora con el confinamiento y el teletrabajo ha aumentado la cantidad de divorcios, y esto me lo han dicho varios notarios, que ya no es tanto la cantidad de personas que se casan, pero el negocio de ellos, ahorita, está en divorciar personas. ¿Por qué? Porque la interacción que ahora ocurre dentro de los hogares antes no existía; la gente no sabe convivir, no sabe lidiar con los conflictos del día a día y el verse tanto tiempo dentro de la casa, más si tienen los ingresos reducidos. El verse obligados a obedecer las imposiciones de políticas públicas de salud podría incidir en que las personas anden con los ánimos muy alterados.

Conflicto de taxistas en Heredia

¿Este diciembre, entonces, es atípico?

“A pesar de que es diciembre y se supone que debería haber más amor, este es un diciembre totalmente atípico. Ya son dos años de pandemia y las personas no pueden expresar toda su naturalidad de época de diciembre; al tico por lo general le gusta salir, hacer compras, abrazarse, reunirse y las medidas de confinamiento limitan mucho la libertad de las personas. A nadie le gusta que le limiten ni los ingresos ni la libertad, esto nos convierte en bombas de tiempo en la calle, por ejemplo, cuando vamos tarde y tenemos que llegar a casa antes de la hora de restricción para evitar una multa”.

¿Cómo se evita una confrontación?

“Las personas tienen que educarse en el tema de habilidades blandas y resolución de conflictos, también en el manejo adecuado de situaciones de estrés. Conocerse, analizarse, estarse monitoreando; todos sabemos cuáles son nuestros límites, hemos enfrentado alguna vez una situación de riesgo, entonces cuando vemos que la situación se puede salir de las manos, lo mejor es alejarse de la escena y cuando usted ya esté más tranquilo recapacitar un poco y evitar, es importante esto, siempre evitar y huir de un conflicto va a ser más provechoso que permanecer en el conflicto porque la violencia escala, de parte verbal a la parte de intimidación física, hasta la agresión y, por qué no, hasta los conflictos armados”.

¿Cuál es la solución?

“Primero, que estén monitoreando sus emociones, su conducta, la conducta de su familia, eso a título personal. Segundo, el diálogo: conversar con las personas cercanas a su familia sobre lo que están sintiendo, sobre qué están pensando, cómo manejan el confinamiento, cómo manejan la falta de ingresos; tener cada vez más conciencia de lo que sienten, de lo que piensan y evitar en todo momento las confrontaciones, ya sean callejeras o dentro del hogar.

“Estar mal está bien, o sea, estar mal no siempre significa que estás mal, las personas tienen que saber que hay momentos en los que estar mal se vale, y siempre se debe promover mucho el uso del diálogo dentro de los hogares”.

¿En qué momento se debe hablar?

“Es importante saber analizar cuándo es el momento oportuno para hablar, para establecer una conversación. Es ahí donde vienen las habilidades blandas, yo no siempre estoy preparado para conversar, pero la gente, por ejemplo, si te ve enojado, quiere que vos converses con esa persona, quieren solucionar el conflicto inmediatamente. A veces, en las parejas pasa, que uno dice que no, que 'ahorita no quiero hablar,' pero el otro le responde diciendo que no, que hablen en ese momento. Esto solo agrava la situación y ahí es donde vemos que un conflicto escala a otro nivel. Enojarse le toma a usted medio segundo, tranquilizarse le puede tomar de media hora a una hora partiendo de la intensidad del enojo, algo muy subjetivo para cada uno.

“Si nosotros conseguimos potenciar las habilidades blandas, podremos detectar cuando una persona no está en condiciones ni físicas ni mentales para hablar. En esos casos, lo mejor es darle su espacio y, cuando ya la persona esté en condiciones cognitivas para poder establecer una conversación coherente sin ofender y sin insultar, ahí se podrá solucionar. 

Un abordaje correcto

“Las familias tienen que saber medir cuándo son los momentos correctos para abordarse entre ellos y eso no significa que se esté evadiendo la situación, sino que todo tiene su momento. Todas las personas sufrimos una descarga bioquímica dentro de nuestro organismo cuando estamos indispuestos o enojados y eso inhibe o dificulta la capacidad de pensar coherentemente.

“Por ejemplo, cuando un familiar está enojado o alterado, ese no es el momento propicio para hablar y la otra persona tiene la obligación de darle su espacio, y que la persona que esté enojada pueda experimentar ese sufrimiento, esas ganas de estar solo. Así es como debería ser, pero eso muchas veces no se respeta en algunos hogares y por eso se acaban convirtiendo en bombas de tiempo, porque los familiares no respetan esos espacios. Lo mejor es que, una vez estén todos calmados, se pueda conversar y llegar a acuerdos".

¿Cómo se puede librar alguien de una confrontación?

“Lo mismo que pasa en la casa pasa en las calles: la gente siente que pierde si le huye a una situación, la gente quiere siempre ganar, por ejemplo, en los últimos videos que circulan, siempre la gente desea sentir que ganó. Lo que pasa es que no se dan cuenta de que en este tipo de situaciones sociales uno nunca sabe a qué o a quién se está enfrentando; no sabe cómo le puede responder la otra persona, si la respuesta es un insulto, un balazo o una puñalada.

“Entonces, lo más inteligente de eso es darse cuenta de que la otra persona está molesta y, si yo veo que no es nada, que esa discusión no es capaz de restarme valor como persona, simplemente me doy media vuelta, me trago mi orgullo y me retiro de la situación. Con eso ya estoy generando un acto sumamente valioso a nivel personal y a nivel social. Por ejemplo, lo que pasó en el bus: dos mujeres discutían inicialmente y, cuando se mete el hombre a intentar conciliar la situación, este termina arrestado. Esta situación nos muestra un contexto de disparidad y de desigualdad en el actuar de los oficiales de Fuerza Pública a la hora de abordar una situación de violencia como esta, donde claramente hay una mujer alterada, pero, debido a un estigma social, se detiene al hombre y este se debe enfrentar a cargos, queda fichado, y la mujer, que era la violenta, no se le da un trato igualitario ante la misma situación”.

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