Por Mariela Montero Salazar |1 de febrero de 2022, 11:27 AM

"Su generación puede ser la que cree una nueva normalidad”, este fue el mensaje que Barack Obama dio a los jóvenes estadounidenses para motivarlos a votar por el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, en la recta final de las elecciones de 2020.

El llamado, que Obama lanzó desde un video publicado en su cuenta de Twitter, parece que dio resultados, solo días después aumentó masivamente el voto anticipado de los  jóvenes. Y, finalmente, el triunfo de Biden fue impulsado con el 62% del voto de los jóvenes de 18 a 29 años, un apoyo joven mayor que el que los demócratas tuvieron en 2016 (Hillary Clinton) y 2012 (Barack Obama).

En Costa Rica, a pocos días de las elecciones presidenciales y con la moneda aun en el aire, con más de 40% de indecisos, los candidatos presidenciales parecen tener su mira en los electores jóvenes, una decisión que parece obvia si consideramos que los votantes de 18 a 34 años representan el 36% del padrón electoral, es decir 1,28 millones de votos.

Esta población además es más indecisa: 48%, 8 puntos más que las cifras de la población general, según la encuesta más reciente del CIEP-UCR.

El problema es que las apuestas publicitarias de los candidatos parecen caer en las "trampas del voto joven". Una de ellas, pensar que esta población tendrá un voto uniforme; nada más lejos de la realidad, explica Adrián Pignataro, investigador del CIEP-UCR, quien ha realizado múltiples estudios sobre este tema. 

“No existe un voto joven, existen personas jóvenes que votan de forma distinta. Pero dentro de este grupo hay diversidad  geográfica, educativa y del nivel socio-económico. No es lo mismo un joven de la GAM, que uno de Puntarenas o uno de Guanacaste" explica Pignataro.

En consecuencia, campañas genéricas como las planteadas en la actual contienda electoral no funcionan para atraer a los jóvenes, explica Gustavo Araya, politólogo y experto en comunicación política.

"Iniciaron tratando de diferenciarse, después empezaron con llamados generales y ahora van tras la caza de la juventud, pero son llamados vacíos, con una música moderna y frases vacías; se olvidan de las propuestas específicas para esta población. Hay una clara desesperación de crecer, pero sin estrategia, y se convierte en un llamado masivo" explica Araya. 

Algo similar sucede con el uso de las redes sociales, que más que un instrumento para llegar al votante, parece que lo usan por ser un medio de bajo costo publicitario, defiende Araya.

“Es cierto que a los partidos les es más difícil tener acceso a recursos económicos, pero por el otro se han ido a las redes sociales sin una estrategia, no hay propuestas para cada red social. Por ejemplo, en TikTok vemos a los candidatos usando los trends, pero solo por hacerlos, no para impulsar un tema en particular entonces, más que candidatos presidenciales, parecen un tiktoker más” dice Araya.

Pero además, hay otros dos elementos que pueden convertirse en una trampa al analizar el peso del voto joven en las elecciones. Por un lado, en este grupo el abstencionismo tiende a ser mayor, pero además ha ido perdiendo peso en el padrón electoral.

Mientras los jóvenes de entre 18 y 29 representan el 36% de los llamados a votar para el próximo 6 de febrero, las personas de entre 35 y 65 años representan el 49%.

"La tendencia es que el abstencionismo ha venido creciendo. Para las elecciones del 2010, se abstuvo el 30,9%, es decir 871.644 electores, para la elección del 2014 subió a 31.8% en la primera ronda, 979.102 electores y para la primera ronda de 2018, 34,3%, más de un millón de personas no fueron a las urnas" explicó Héctor Fernández, director del Registro Electoral del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

Sin embargo, las cifras aumentan significativamente entre los votantes jóvenes, y se acentúan entre aquellos que tienen entre 19 años y 24 años, tal y como se observa en los datos de las tres últimas elecciones.

Fuente: Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).


"La tendencia es que este grupo (los jóvenes) cada vez tiende a ser menos participativo en las elecciones, y eso refleja algo que hemos venido observando desde los años 90 y representa un menor involucramiento de los jóvenes con los partidos o menos espacios para esta población dentro de los partidos”, detalló el director del Registro Electoral del TSE.

Pignataro además reconoce que, contrario a lo que podría pensarse, las personas jóvenes tienden a ser casi tan conservadoras como el resto de la población. Estas falsas percepciones también pueden convertirse en una trampa al momento de analizar el voto de los jóvenes

“Algo que notamos en estudios recientes es que aun cuando son algo menos conservadores que sus contrapartes no jóvenes, el promedio sigue siendo conservador en temas como el aborto o el matrimonio igualitario; se inclina más a la derecha” detalló Pignataro. 

Veamos primero un ejemplo de la posición de la juventud respecto a los temas culturales, con datos extraídos de una encuesta del CIEP-UCR de 2018:


Durante la primera ronda de las elecciones de 2018, en el partido Restauración Nacional (RN) y el Partido Integración Nacional (PIN), dos posiciones políticas orientadas a la derecha conservadora, el voto de las personas entre 18 y 35 años sumó el 38%, frente a un 36% en el resto de la población.

Pero, por otro lado, llama la atención que durante la segunda ronda “no hubo diferencia entre la cantidad de jóvenes que votaron por RN y los que votaron por el PAC", señala Pignataro, lo que muestra que el voto joven no está unificado.

Finalmente, aun cuando ya quedó claro que el perfil del electorado juvenil no es homogéneo, sí es cierto que comparten componentes de “socialización política”, es decir, elementos comunes del entorno en el que crecieron, que podrían explicar su descontento con la clase política y su apatía en las urnas. 

Por ejemplo, dice Pignataro, es una población que creció con el multipartidismo, con una Asamblea Legislativa más dividida, más acostumbrada a la definición de procesos electorales en segundas rondas y con mayor fragmentación.

Para Fernández, el desencanto también puede explicarse por los problemas de financiamiento que enfrentan ahora los partidos. “Creo que coincide con un debilitamiento de los partidos. La mayoría invierte los recursos en la campaña y, en la parte operacional del partido, es poco o nada lo que se invierte en capacitación, que es donde hay oportunidades para incorporar a los jóvenes”.

Por ahora, la moneda aun está en el aire, y de cara a las próximas elecciones nada parece indicar que los jóvenes vayan a asistir a las urnas masivamente.

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