Por Deutsche Welle |25 de enero de 2022, 14:02 PM

La semana pasada, Valerie Pecresse, la candidata de la derecha tradicional del partido Los Republicanos, que se presenta a la presidencia de Francia, tuvo que tomar una difícil decisión. ¿Debía aceptar una invitación para aparecer en un popular programa de televisión cuyo presentador, Jean-Jacques Bourdin, de 72 años, había sido acusado pocos días antes de agresión sexual por una antigua colega?

El dilema surgió de dos factores entrelazados que han sacudido la política francesa: un movimiento "Me Too" que ha visto a varios hombres prominentes acusados de acoso sexual y un número nunca antes visto de candidatas en la carrera al palacio del Elíseo.

Finalmente, Pecresse aceptó participar en el programa, a condición de que se le permitiera abordar las acusaciones contra Bourdin. "Si estas acusaciones se prueban, son graves y deben ser condenadas. La lucha contra el acoso sexual y la violencia contra las mujeres es una lucha personal para mí", dijo Pecresse al periodista, visiblemente aturdida, en directo. "Durante demasiado tiempo, la sociedad ha mirado para otro lado... demasiadas mujeres han tenido miedo, durante mucho tiempo, de presentar una denuncia... se acabó la ley del silencio", dijo.

Primera campaña electoral desde el "Me Too"

Aunque el enfrentamiento público provocó reacciones polarizadas, algunos dicen que apunta a una cuestión inevitable en la campaña.

"Esta es la primera campaña electoral desde el 'Me Too' y la confrontación televisiva fue un punto de inflexión. Demostró que hay presión para posicionarse en temas de acoso sexual", opinó Alice Coffin, concejala de París y activista feminista que forma parte de "Me Too Politique", que denuncia la violencia sexual y sexista en la política.

Pecresse derrotó el mes pasado a varios políticos varones para convertirse en la primera mujer que gana la candidatura presidencial de su partido conservador. "Fue valiente por parte de Pecresse hablar en televisión sobre el acoso sexual. También pensó que no sería un gran riesgo político. Eso demuestra que estos temas tienen el potencial de cambiar el juego en términos de votos", dice Coffin.

Más mujeres en los principales partidos políticos

Además de Valerie Pecresse, Anne Hidalgo, alcaldesa de París, es candidata a la presidencia por el Partido Socialista de Francia, y Marine le Pen vuelve a hacer campaña por la ultraderecha de la Agrupación Nacional (antes, Frente Nacional), que encabeza.

A principios de este mes, la exministra de Justicia de Francia, Christiane Taubira, se convirtió en la cuarta mujer que lanza una candidatura presidencial para unificar a una izquierda francesa tambaleante.

Los expertos afirman que su presencia en la carrera es un reflejo de los avances realizados en las últimas décadas para impulsar la participación política de mujeres. Las leyes han ayudado, por ejemplo, una que impone multas a los partidos políticos cuyas candidaturas a diputados no incluyan el requerido 49 por ciento reservado a mujeres.

La representación de mujeres en la Asamblea Nacional, la cámara baja del parlamento, con un 38,7 por ciento, es actualmente la más alta de la historia, y la mitad de los puestos ministeriales están ocupados por mujeres.

"El nivel de progreso es casi revolucionario", afirma Catherine Achin, politóloga de la Universidad de París Dauphine. "Hay una normalización de la presencia de las mujeres en los altos niveles de gobierno. Incluso a nivel local, aunque las mujeres solo representan el 20 por ciento de los alcaldes, grandes ciudades como París, Lille y Marsella han elegido alcaldesas".

Una barrera invisible

A pesar de los avances políticos de las mujeres, las altas esferas del poder siguen dominadas por los hombres. Aunque el gabinete del presidente Emmanuel Macron está equilibrado en cuanto a género, la mayoría de los ministerios clave, a excepción del de Defensa, están ocupados por hombres. Lo mismo ocurre con los jefes del parlamento francés y la mayoría de los partidos políticos. Francia solo ha tenido una mujer como primera ministra: Édith Cresson, en 1991.

Pero entrar en el Palacio del Elíseo sigue siendo el obstáculo más difícil. "Muchas mujeres se han convertido en ministras emblemáticas. Pero ninguna ha llegado a ser presidenta de la República. Es una barrera invisible", afirma Catherin Achin.

Esta politóloga considera importante remontarse en la historia hasta 1958, cuando Charles de Gaulle fue elegido primer presidente de la Quinta República, tras una crisis político-militar en Argelia, para entender cómo el papel de la presidencia francesa se ve a través de lente masculino. "De Gaulle era un militar y un héroe de guerra. Dio forma a la presidencia y dejó un sello en ella con su imponente estatura, de una manera muy masculina", recuerda Achin.

"Desde entonces, solo hemos tenido hombres blancos como presidentes y esta idea de que un presidente debe ser lo suficientemente varonil, viril y seguro de sí mismo, para guardar las llaves del arsenal nuclear", concluye.

Mujer sí, feminista no

Los sondeos sugieren que Marine le Pen o Valerie Pecresse podrían acabar desafiando al presidente Macron en una segunda vuelta en las elecciones de abril, aunque ninguna de ellas tiene un programa feminista.

"Marine le Pen no haría avanzar los derechos de las mujeres si fuera elegida. De hecho, sus políticas preocupan a las personas que se interesan por estas cuestiones", afirma Amandine Clavaud, directora del Observatorio de la Igualdad de Género de la Fundación Jean Jaures, un centro de estudios francés.

Incluso Valerie Pecresse, que ha dicho que se convertirá en "la primera mujer presidenta de Francia" pero niega ser "feminista", no ha inspirado a los defensores de los derechos de la mujer, a pesar de su reciente postura sobre el acoso sexual.

A principios de este mes, Pecresse presentó su equipo de campaña presidencial, un grupo de 11 asesores compuesto exclusivamente por hombres. Así que Clavaud lo tiene claro: "Hay una diferencia fundamental entre tener más mujeres candidatas en las elecciones y promover un programa más feminista".