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Psicología: ¿Qué son los trastornos de ansiedad?

La cantidad de personas que sufre de estos desórdenes ha aumentado un 15 por ciento desde 2005. ¿Cuáles son los síntomas y qué se puede hacer contra este problema de salud mental?

Por Deutsche Welle |24 de abril de 2019, 5:00 AM

En 2015, según cifras entregadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el planeta había unas 264 millones de personas afectadas por trastornos de ansiedad. ¿Qué comprende específicamente esta definición médica?

En muchos casos, la ansiedad es una reacción normal e incluso justificada del organismo, pues sirve para protegernos del peligro. Un trastorno de ansiedad, sin embargo, se presenta en situaciones donde el peligro brilla por su ausencia.

Desde un punto de vista meramente racional, la ansiedad en los casos patológicos carece de fundamento, pero aun así afecta profundamente a los pacientes.

Trastornos de ansiedad generalizados

Hay distintos tipos de trastornos de la ansiedad, entre los que se incluyen, por ejemplo, las fobias. Uno de los más complejos es el trastorno de ansiedad generalizada. 

Mientras en una fobia la ansiedad está relacionada con situaciones u objetos concretos (por ejemplo, el miedo a las arañas o a volar), en los trastornos de ansiedad generalizada la situación es mucho menos específica. Es como una compañía constante, una sombra que se esconde en cada esquina y que puede atacar en cualquier momento.

Esto no significa que la gente que lucha contra esta enfermedad se encuentre en un estado de calamidad permanente. 

Para muchos de los afectados, el estrés permanente es la norma y nada más. Con la adolescencia, quienes sufren esta forma de ansiedad aprenden a ocultar sus temores y a manejarlos en el día a día. Pese a ello, el temor permanente pasa factura.

Factores coadyuvantes

La probabilidad de que un paciente sufra un trastorno de ansiedad depende de varios factores. Por ejemplo, las mujeres tienen el doble de posibilidades de padecer esta dolencia en comparación con los hombres. 

Algunas personas son incluso genéticamente más susceptibles al estrés y la ansiedad. El entorno ambiental y las experiencias traumáticas también pueden jugar un rol importante en el desarrollo de estos trastornos.

Los síntomas habituales incluyen fatiga, problemas para dormir y dificultades digestivas. Cualquier persona que sienta que no puede salir del mar de preocupaciones y temores por más de seis meses debería buscar la ayuda de un especialista. 

Además, algunos pequeños cambios en la vida cotidiana podrían tener un efecto positivo a la hora de combatir los síntomas.

Deportes

Hacer ejercicio dos o tres veces a la semana por al menos 30 minutos es muy importante. No importa qué tipo de deporte se practique: puede ser correr, ir al gimnasio, jugar fútbol o nadar. Lo importante es agotarse.

La actividad ayuda a descomprimir la adrenalina que se libera en situaciones de estrés. Además, el organismo reacciona al deporte de manera similar a como actúa frente al estrés: sube el pulso, genera sudoración y la respiración se hace más agitada. De esta forma, el cuerpo aprende a lidiar con estas reacciones y enfrenta de mejor manera los ataques de estrés.

Nutrición

Una dieta saludable con mucha ingesta de granos y verduras puede ayudar a aliviar el estrés. Deben evitarse alimentos ricos en almidón, como el pan o la pasta hecha con harina normal. 

Este tipo de comida contiene altos niveles de insulina que podrían provocar reacciones inflamatorias en el cuerpo, lo que afecta de forma negativa al cerebro. La fruta fresca y los vegetales, en cambio, combaten esa inflamación. 

Incluso hay sustancias que, si se consumen de forma regular, actúan como tranquilizantes naturales. Entre ellas se cuenta el omega 3 y el tristófano, un aminoácido que se encuentra en la leche.

El café, sin embargo, es malo para la gente nerviosa porque contiene cafeína. No solo sirve para mantenerse despierto: el café también aumenta el ritmo cardíaco y el cuerpo interpreta esto como una señal de estrés.

Relajación

Además del ejercicio y una nutrición adecuada, las técnicas de relajación son también importantes a la hora de reducir el estrés. Yoga y meditación, por ejemplo, son de gran utilidad. 

Esto tiene que ver con nuestra respiración. Quienes están estresados respiran con violencia, lo que gatilla automáticamente una reacción en el cuerpo que se conoce como "lucha o escape". 

El cuerpo asume que está en peligro y secreta las hormonas del estrés. La respiración profunda y lenta, en cambio, activa la reacción de "descanso y digestión". El cuerpo se relaja y disminuye la presencia de hormonas del estrés.

Aquellos que incorporan estos hábitos en su vida deberían sentir una mejora en unos dos meses. Si esto no ocurre, someterse a una terapia con especialistas debería ser un paso a considerar.