Por Deutsche Welle |15 de mayo de 2023, 17:01 PM

En un reciente estudio, se ha vuelto a descubrir uno de los casos más excepcionales y sorprendentes de lesión cerebral en la historia: el paciente M, quien recibió un disparo en la cabeza durante la Guerra Civil española y que, tras sobrevivir, notó que veía el mundo al revés.

Nacido en el municipio español de Ciudad Real, el paciente M, que luchaba en el bando republicano, y que tenía 25 años cuando recibió un disparo en la cabeza en un campo de batalla de Levante (Valencia) en mayo de 1938, despertó dos semanas después de estar en coma en un aterrador mundo al revés, en el que las personas y los objetos parecían estar en el lado opuesto al que realmente estaban, lo que también le afectó al oído y al sentido del tacto.

Además, el soldado, que no veía nada en el ojo izquierdo y solo un débil destello en el derecho, podía leer letras y números tanto al derecho como al revés, sin que su cerebro diferenciara entre ambos. Este extraño fenómeno lo llevaba a confundirse incluso con situaciones cotidianas, como, por ejemplo, al ver a hombres trabajando al revés en un andamio.

Del mismo modo, el paciente M era capaz de leer la hora en un reloj de pulsera desde cualquier ángulo, así como ver los colores separados de sus objetos y ver objetos que aparecen por triplicado.

El caso del paciente M fue redescubierto gracias a la hija del investigador, Isabel Gonzalo Fonrodona. Esta, ahora física y profesora, encontró los archivos de su padre, los cuales incluían cientos de documentos y fotografías sobre el caso.

Durante sus visitas a la casa de su familia, según afirmó a El País, tuvo la oportunidad de conocer al paciente M y recuerda cómo este comprobaba la hora mirando su reloj de pulsera desde cualquier dirección.

Paciente M: nuevas teorías sobre el cerebro humano

Hasta entonces, los neurólogos creían que el cerebro estaba formado por regiones distintas separadas por límites abruptos que apenas se superponían. Sin embargo, el destrozado aparato sensorial del paciente M puso en entredicho esta idea, inspirando teorías sobre el cerebro humano que llamaron la atención de un médico en particular, el Dr. Justo Gonzalo, que atendió al paciente M durante casi medio siglo hasta su muerte en 1986, informa El País.

Tras el incidente, el Dr. Gonzalo trató al joven de 25 años en un hospital militar cercano, donde las pruebas mostraron que la bala había destruido parcialmente las capas externas de su cerebro hacia la parte posterior izquierda. El paciente sorprendió a los médicos al recuperar la salud sin cirugía ni cuidados especiales.

Durante la década de 1930, los científicos se dividían entre los que veían el cerebro como un todo y los que trazaban límites rígidos entre las distintas regiones cerebrales. Basándose en su trabajo con el paciente M, el Dr. Gonzalo sugirió entonces una hipótesis intermedia: la teoría de la dinámica cerebral según la cual el órgano funciona con diferentes gradientes.

"El cerebro se veía como pequeñas cajas", explicó a El País el neuropsicólogo Alberto García Molina, del Instituto Guttmann.

"Cuando se alteraba una caja, supuestamente había un déficit concreto. Para el doctor Gonzalo, las teorías modulares no podían explicar las cuestiones que surgían con el paciente M, así que empezó a crear su teoría de la dinámica cerebral, rompiendo con la visión hegemónica sobre el funcionamiento del cerebro," agregó García Molina.

Al estudiar al paciente M y a otras personas con lesiones cerebrales, Gonzalo sugirió que los efectos del daño cerebral dependen del tamaño y la posición de la lesión. Además, demostró que las lesiones no destruyen funciones específicas, sino que afectan al equilibrio de una variedad de funciones, tal como sucedió en el caso del paciente M.

El trabajo permitió identificar tres síndromes cerebrales: el central, el paracentral y el marginal, que se caracterizan por alteraciones en múltiples sentidos, efectos no uniformes y afectación de vías cerebrales de sentidos específicos, respectivamente. Aunque estos hallazgos resultaron significativos para la comprensión del funcionamiento cerebral, el caso del paciente M no llegó a ser tan conocido como debería.

Sin embargo, ahora el redescubrimiento del caso del paciente M por parte de la hija de Gonzalo ha permitido la publicación del nuevo artículo, junto García Molina, que describe la investigación sobre este caso.

Este estudio destaca la importancia de los casos individuales en la comprensión de la función cerebral y cómo estos pueden proporcionar una valiosa fuente de evidencia científica.

Y en cuanto al paciente M –de quien nunca se dio a conocer la identidad–, más allá de haber contribuido a poner de cabeza el campo de la neurociencia, según El País, el hombre fue capaz de vivir su vida hasta finales de la década de 1990 sin problemas, aunque su mundo estuviera de espaldas a la realidad; también un caso de fortaleza y superación personal.

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