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La japonesa Tepco lucha por volver a la energía nuclear a pesar de Fukushima

Ocho años después del accidente en Fukushima, se están llevando a cabo los preparativos para reiniciar la central nuclear Kashiwazaki-Kariwa operada por Tepco. Pero los residentes temen que el desastre se pueda repetir.

14 de marzo de 2019, 1:00 AM

Hace décadas, se pensaba que la energía nuclear iba a ser la solución perfecta para las crecientes necesidades energéticas de las economías rurales de Japón. Y en la tranquila ciudad de Kashiwazaki, en la prefectura vecina a Fukushima, se suponía que la solución sería la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, dirigida por la compañía eléctrica Tepco, la empresa responsable de la accidentada en Fukushima en 2011.

Cuando está en pleno funcionamiento, la central eléctrica Kashiwazaki-Kariwa es la más potente del mundo, capaz de atender a 16 millones de hogares. Pero sus siete reactores han estado inactivos desde el accidente nuclear en Fukushima Daiichi. Esta es la única central nuclear que le queda a Tepco, aparte de la de Fukushima. La empresa ha sido criticada repetidamente por su negligencia y se le ha ordenado pagar una indemnización a los residentes.

El desastre de Fukushima, aún por esclarecer

Las causas del desastre están todavía, ocho años después, sin determinar completamente. Pero en medio de la controversia, en 2017, la autoridad nuclear japonesa dio el visto bueno para iniciar el largo proceso hacia el reinicio de dos de los reactores de Tepco, que se encuentran a unos 250 km (155 millas) al este de las plantas de Fukushima, en la costa del mar de Japón. Los reactores implicados, número 6 y 7, son el mismo tipo de reactor que los que se fundieron en Fukushima.

Esta vez todo va a ser diferente, asegura el jefe adjunto de la planta de Kashiwazaki-Kariwa, Toshimitsu Tamai, a los visitantes un recorrido por las instalaciones. Para desterrar los temores de un segundo Fukushima, Tepco ha construido un muro de 15 metros que se supone que es capaz de resistir los tsunamis más altos que se puedan imaginar. Los edificios del reactor se reforzaron y se instalaron filtros que, según Tepco, solo permitirían que el 0,01 por ciento de la materia radiactiva saliera a la atmósfera en el caso de una fusión.

Dos estanques sirven como reservorios de agua de refrigeración durante un posible desastre, y una flota de camiones generadores de diésel aguarda junto al sitio de 4.2 kilómetros cuadrados para proporcionar energía de emergencia si hay un apagón como el ocurrido en Fukushima.

¿Una medida buena para todos?

A los ojos de Tepco, el reinicio es necesario y positivo para todos. "Tenemos, entre otras cosas, que generar los ingresos necesarios para pagar la clausura de la planta de Fukushima", dice Tamai. El gobierno japonés estimó el costo de la limpieza y las compensaciones en Fukushima en 22 billones de yenes (198.000 millones de dólares), pero el think tank Centro de Investigación Económica de Japón lo calcula en más del triple.

Para Tepco, además de contribuir a la independencia energética y, con ella, a la seguridad nacional de Japón, la central también es importante para el empleo local: el 60% de los 6.000 trabajadores son residentes locales. Reiniciar los dos reactores creará más empleos e impulsará la economía local.

Oposición de los residentes

Sin embargo, según las encuestas realizadas el año pasado durante las elecciones a gobernador, más del 60 por ciento de los residentes de la prefectura de Nigata, en la que se encuentra Kashiwazaki, están en contra de reiniciar la planta. Una instalación que, además, ha sufrido accidentes recientemente: en diciembre, el cableado del reactor 7 se incendiaron y el 28 de febrero se filtró agua radioactiva fuera de uno de los reactores inactivos.

"A decir verdad, seguimos pensando: ¡no más! Dan un paso adelante y tres pasos atrás", dice Tsutomu Oribe, desde su restaurante de sushi en el centro de Kashiwazaki. "Todos hemos aprendido demasiado bien lo que podría pasar". Igual opina Kazuyuki Takemoto, asesor local retirado y veterano activista antinuclear: "No creo que nadie deba confiar a Tepco el reinicio de una planta de energía nuclear si la compañía ni siquiera sabe lo que sucedió en Fukushima".

"Tepco solo trata los síntomas"

Toru Hasuike, un antiguo ingeniero de Tepco y oriundo de Kashiwazaki, también es escéptico acerca de las medidas de seguridad. "Si vuelve a haber un tsunami como el de Fukushima, creo que Kashiwazaki-Kariwa podría colapsarse. Pero no es así como funciona la naturaleza. Lo único que hace Tepco es tratar los síntomas". Además, en caso de terremoto la cimentación tendría problemas de infiltración: "Es un problema específico de Kashiwazaki, poner una planta de energía nuclear en un área como esta fue un error desde el principio", insiste Takemoto.

Y no sería la primera vez que la planta Kashiwazaki-Kariwa sería golpeada por un terremoto. En 2007, uno de magnitud 6,8 ​​afectó a la zona, provocando un incendio dentro de uno de los reactores. Otros tres tuvieron que ser cerrados permanentemente.

El Gobierno presiona para la energía nuclear

Pero mientras muchas otras naciones desarrolladas, incluida Alemania, están abandonando la energía nuclear, en Japón retomarla es una de las principales prioridades del gobierno. El plan presentado por el primer ministro Shinzo Abe el año pasado apunta a que el 20% y el 22% de la energía sea producida por energía nuclear para 2030, un 2% más que actualmente. Mientras tanto, se supone que también la proporción de energías renovables aumentará del actual 15% a un 22% o 24%.

Nueve de los reactores nucleares del país, que se cuentan por docenas, vuelven a estar en funcionamiento después de que todos fueran detenidos a raíz del accidente de Fukushima. En el caso de Kashiwazaki-Kariwa, la decisión final de reiniciar o no la planta de energía está en manos de los políticos locales, y la próxima elección parlamentaria en la prefectura será en abril.

(lgc/few)

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