Por Deutsche Welle |9 de octubre de 2020, 14:44 PM

La guerra por el agua cobró notoriedad cuando una mujer perdió la vida por un disparo de la Guardia Nacional, durante un levantamiento de agricultores en Chihuahua, en el noroeste de México. Los hechos ocurrieron el 9 de septiembre. Los productores temen que la sequía los deje sin reservas de agua para el próximo ciclo agrícola y tienen tomada desde hace semanas la presa La Boquilla.

El presidente, Andrés Manuel López Obrador, advirtió sobre el peligro que suponen las protestas para la relación bilateral. El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbot, envió a mediados de septiembre una carta al secretario de Estado, Mike Pompeo, pidiéndole mano dura con México para que cumpla con los adeudos de agua. López Obrador denunció que hay intereses partidistas y una red de complicidades detrás de las protestas de agricultores en Chihuahua para rechazar el pago a Estados Unidos.

Dos grandes ríos en la frontera

A lo largo de los más de 3 mil kilómetros de frontera, México y Estados Unidos comparten dos grandes ríos, el Colorado, al oeste, y el Bravo, al este. Un tratado bilateral firmado en 1944 regula los derechos y obligaciones de ambos. Estados Unidos debe entregar cada año 1.800 millones de metros cúbicos de agua del río Colorado a México. Mientras que México se comprometió a entregar 2.200 millones de metros cúbicos del río Bravo cada cinco años. El problema es que México ya lleva dos quinquenios con retraso, y tiene hasta el 24 de octubre próximo para entregar los adeudos.

"Lo que detonó el conflicto fue que la Comisión Nacional de Agua (Conagua) avisó a fines de noviembre pasado al gobernador de Chihuahua, y a los agricultores de esa entidad que tienen concesionadas las aguas, que había un volumen de agua faltante por entregar a Estados Unidos, por casi 650 millones de metros cúbicos. Conagua quería sacar 1.000 millones de metros cúbicos de la presa La Boquilla, es decir casi el doble del adeudo", explica en conversación con DW el doctor en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Gonzalo Kuri Hatch.

A partir de ese momento, según el investigador, los agricultores de Chihuahua decidieron defender lo que consideran es un recurso que les pertenece. "Cuestionaron que quisieran sacar 1.000 millones de La Boquilla, casi más del doble de lo que se debía. En realidad Conagua quería sacar también los dos tercios que le corresponden a México, porque la cuota del agua que recibe México se distribuye en otros estados, entre ellos, Tamaulipas. Los productores de Chihuahua reclamaban '¿por qué tenemos que darle agua a Tamaulipas?'".

Problema multifactorial

Para el abogado medioambientalista Víctor Amaury Simental, se trata de un problema multifactorial. "Aun cuando se dice que México es favorecido en el reparto de las aguas transfronerizas porque tres cuartas partes se quedan en México y sólo una cuarta parte llega a Estados Unidos, el territorio en donde tiene su cauce el río Bravo es semidesértico y en algunas áreas notoriamente desértico. En ambos lados de la frontera se ha apostado por un uso intensivo del agua, sin considerar las variaciones climáticas y el crecimiento demográfico y urbano. Ha habido una sobreexplotación de un recurso que es limitado", advierte, en conversación con DW.

La presa de La Boquilla en Chihuahua está en el centro del conflicto. Inaugurada en 1916, antes incluso de la firma de dicho tratado, cuenta con una central hidroeléctica con la que suministra energía a poblaciones aledañas, y tiene una capacidad de casi 3 mil hectómetros cúbicos de agua. Sin embargo según el mismo monitoreo de Conagua, La Boquilla se encuentra a un 40 por ciento de su capacidad debido a la intensa sequía experimentada en años recientes.

"Los campesinos de Chihuahua demandan tierra, agua y justicia, porque ven que el agua que surge en su tierra, de manantiales que están en sus comunidades, se va sin poderla disfrutar. Es un conflicto que se remonta al tratado del 44, cuando fueron realizadas las obras de canalización del agua. Hay una gran animadversión porque se llevan lo que ellos consideran es su agua. Hoy en día ya no hay crecidas de los ríos, y es muy raro que llueva", destaca Simental.

Cuenca del Conchos, mayor que Guerrero

Por su parte, Kuri Hatch explica que el río Conchos, tributario del río Bravo, es muy importante y caudaloso. "La cuenca hidrológica del río Conchos mide unos 74.000 kilómetros cuadrados. El estado de Guerrero, uno de los más grandes de México, mide 64.000 kilómetros cuadrados. Estamos hablando de un territorio muy extenso, que es además histórico, porque ahí nacieron los proyectos de riego del Estado mexicano con el objetivo de asegurar la soberanía alimentaria del país. El estado mexicano aportó buena parte de la infraestructura necesaria, como una red de presas, entre ellas, La Boquilla, en el río Conchos", afirma.

El experto destaca, sin embargo, una relación asimétrica, con perjuicio para México, que se refleja en el tratado de 1944, y que se remonta a la llamada 'doctrina Harmon'. Así pasó a la historia la opinión del exprocurador Judson Harmon a fines del siglo XIX, cuando revisaba el caso de la construcción de la presa Elephant Butte, en Nuevo México y Texas, y que afectaría al caudal de agua que bajaba hacia El Paso, Texas y en consecuencia a Ciudad Juárez, Chihuahua. "Harmon dictaminó que Estados Unidos no puede renunciar a su autodeterminación económica, el gozo de sus recursos naturales pensando en los países de abajo, que tenía derecho a utilizar el volumen de agua que él quisiera". La ahora llamada 'Doctrina de la Soberanía Territorial Ilimitada' ha servido para firmar otros acuerdos y es el fantasma detrás del tratado de 1944, según el investigador.

Kuri Hatch considera poco probable que México logre entregar el adeudo de agua antes del 24 de octubre. "Pero no habrá una guerra o algo parecido", destaca. El doctor en geografía coincide con Simental en que revisar el tratado del 1944 es imposible en este momento, porque no es de interés de Estados Unidos en plena campaña electoral.

Sin embargo, Kuri Hatch advierte que hay una carta que puede cambiar el juego, y a nivel mundial. "El cambio climático es lo que está cambiando los patrones del ciclo hidrológico; estamos en una tendencia a tener estaciones más cálidas, con sequías extremas y temporadas en donde los regímenes de humedad van a ser más marcados. Habrá más huracanes, más tormentas. Los tratados internacionales del agua van a tener que revisarse por los efectos del cambio climático", pronostica Kuri Hatch. Aunque el tema poco interese de momento a ambos lados de la frontera. (dz)