Por Rodolfo González |31 de agosto de 2021, 8:53 AM

Sherman Guity no solo alcanzó la medalla de plata este lunes durante su competencia en Tokio. Sin duda, obtuvo mucho más que eso. Creo, de hecho, que lo ganó todo.

Veamos. Corrió 100 metros en 10.78 segundos, logrando su mejor marca, y con eso  quedar de segundo en una durísima competencia. Eso es lo que vimos todos este lunes, pero los mayores éxitos creo que los obtuvo años antes.

En el año 2017, un accidente de tránsito le quitó una de sus piernas. La mayoría de nosotros, en circunstancias similares, caeríamos en una profunda depresión y arrastraríamos de por vida la autoconmiseración, máxime si antes del hecho era un prometedor deportista. Pero con Sherman las cosas fueron distintas. 

Años después de ese devastador percance, él logra, nada más y nada menos, una medalla paralímpica. En pocas palabras, corrió y venció a la depresión y a la lástima por sí mismo.

No se vislumbró en un espejo como un exdeportista sin pierna. Creo que se percibió como un medallista paralímpico... y lo logró.

También venció todos los obstáculos que viven los atletas para prepararse y asistir a unas justas tan competitivas como esta. Esto es un problema del cual se quejan constantemente competidores que buscan destacar en deportes que no sean el fútbol. Estoy seguro que él lo sufrió y, claramente, también ganó.

Un par de años atrás, vivió una suspensión de 24 meses por dar positivo en una prueba antidoping tras utilizar un medicamento para tratar un problema provocado por el uso de un piercing. Su fin no era el dopaje. Esa suspensión también fue una prueba superada que, sin duda, lo hizo más fuerte.

Él correrá de nuevo el viernes. Lo hará en los 200 metros. Ya no importa si gana medalla o no. Para mí, Sherman es un vencedor digno de imitar en lo físico y en lo emocional. Este atleta es digno de imitar por sus logros en la pista y en la mente.