10 de abril de 2023, 12:18 PM

MSc. Henry Álvarez/ Consejero familiar y matrimonial, conferencista.

Necesitamos no solo conocer la importancia del descanso, sino practicarlo, especialmente en estos tiempos de ‘corre, corre’: el estrés y el cansancio se convierten ya en un estilo de vida, pero nos está matando. 

El rey Salomón, en el libro de Eclesiastés 2:22, nos dice, a manera de preguntas: “¿qué tiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?”. 

Salomón escribió sobre la aparente insatisfacción de los que no trabajan para honrar a Dios, reconociendo que producía “fatiga, dolores, y molestias”. Y prosigue diciendo que, aun cuando no están trabajando, “su corazón no reposa”, “porque están pensando en lo que aún falta hacer”. No podemos reconciliar el sueño, y nos despertamos cansados, para seguir la jornada, que parece nunca acabar.

Cito lo que nos dice nuestro pan diario, volumen 27, pág. 89: “¡Si quieres vivir más tiempo, toma vacaciones!”.

Cuarenta años después de un estudio realizado entre ejecutivos de edad mediana con riesgo de afecciones cardíacas, investigadores finlandeses hicieron un seguimiento a los participantes. Descubrieron algo que originalmente no buscaban: el promedio de muertes fue menor en aquellos que habían tomado vacaciones. 

Es increíble la cantidad de muertes por infarto en este país: el estrés, el cansancio, mental y físico, son enemigos silenciosos, especialmente en los hombres, porque nos han socializado y se exige que, entre más produzcan, más exitosos son, los encargados sociales, donde han colocado al hombre como el “fuerte”, el Superman, que no nos permiten decir: “estoy cansado, ya no puedo más”, porque es sinónimo de debilidad.

El trabajo es una parte necesaria de la vida, es un valor y dignifica a la persona, el problema es que cuando convertimos el trabajo en un fin, y no en un medio, hay que aprender a disfrutar el trabajo, cuando se convierte en una carga pesada, aquello que es una bendición se convierte en un mal, creo que es un problema de enfoque, de prioridades.

Una clave para que el trabajo se convierta en una gratificación y no en una carga física ni mental es incorporar a Dios en nuestras tareas, donde tengamos un corazón agradecido, en donde le permitimos a Él ser nuestra satisfacción, aunque la tarea no esté ‘terminada’.

“Cuando recordamos que Dios es parte de nuestro trabajo, de nuestro propósito, podemos trabajar y tomar tiempo para descansar. Confiemos en que Él es nuestro proveedor y dador de todas las cosas. Entonces, trabajemos diligentemente para Dios y también descansemos”, indica NPD, volumen 27, pág. 89.

Nosotros podemos acortar el tiempo, aquí en la tierra, dolorosamente lo digo, algunas personas ya no están, murieron en una edad muy productiva, el estrés, el cansancio y la fatiga de corazón, hicieron que ya no estén. Una vez se le preguntó a un empresario muy exitoso que cuál era la clave de su éxito, él respondió: “balance, tengo una vida equilibrada, tengo tiempo para trabajar, pero también tengo tiempo para disfrutar y descansar, esta es clave de mi éxito”, dijo.

Parece muy sencilla la respuesta, pero con profundidad, la pregunta es, ¿por qué nos cuesta tanto? Tenemos que aprender a administrar bien el tiempo y hacer los cambios intencionalmente, apartando tiempo para trabajar, y también tiempo para descansar y disfrutar de aquellas cosas que más nos gustan, eso se llama tener una vida equilibrada.

Aprenda a dar gracias a Dios por el trabajo e incorporarlo en las tareas, lo cual producirá mucha satisfacción y descanso. Aprenda a descansar, el mismo Dios descansó el sétimo día, después de haber creado todo, Él nos estaba enseñan el valor que tiene descanso.

¿Quiere vivir muchos años? Descanse, saque vacaciones, y aprenda a disfrutar, allí está el secreto.

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