23 de febrero de 2021, 9:00 AM

Leonardo Garnier /  economista y ex ministro de la cartera de Educación, así como de Planificación Nacional y Política Económica. 

El jueves pasado, los usuarios australianos de Facebook se dieron cuenta que no podían publicar noticias sobre Australia, y que las páginas de Facebook de los editores y medios australianos aparecían en blanco. Cuando trataban de publicar enlaces a noticias, recibían un mensaje diciendo que la publicación no se podía compartir. Facebook bloqueó las publicaciones de cualquier editor o medio australiano para que no se viera en cualquier parte del mundo, y bloqueó también a todos los usuarios en Australia para que no pudieran ver ningún contenido de noticias, incluso de editores no australianos. De paso, Facebook también eliminó de su plataforma, las páginas de algunas agencias gubernamentales australianas, lo que luego corrigieron diciendo que “había sido un error”.

Fue así como Facebook elevó a otro nivel el conflicto sobre una nueva ley que está por ser aprobada en el Parlamento Australiano, y que obligaría a los gigantes tecnológicos a pagar a los editores y medios australianos cuando utilicen en sus plataformas de búsqueda o de red social los contenidos generados por esos medios. El conflicto – que no se limita a Australia, sino que es un conflicto global – se origina en que los editores y medios periodísticos consideran que plataformas como Google o Facebook se aprovechan indebidamente de la inversión y el trabajo de los creadores de contenido noticioso, ya que usan ese contenido sin pagar por él y más bien, utilizando sus algoritmos para para capturar la mayor parte de la inversión publicitaria en Internet. Por tanto, los medios consideran – como establece la ley australiana – que las plataformas debieran pagar algo por el uso de sus noticias y contenidos.

Facebook responde argumentando que, son más bien los medios los que se benefician de que sus noticias se difundan en esta plataforma. De acuerdo con William Easton, director gerente de Facebook en Australia y Nueva Zelanda, “al contrario de lo que algunos sugieren, Facebook no roba contenido noticioso. Los medios eligen publicar sus notas en Facebook porque encuentran nuevos lectores, consiguen suscriptores y mejoran sus ingresos. Las organizaciones de noticias no usarían Facebook si no contribuyera a su rentabilidad”.

Aunque comparte la idea de que ellos no son quienes se aprovechan injustamente del contenido de los medios, sino que más bien los ayudan a circular más, los propietarios de Google optaron por una vía alternativa al enfoque brutalmente confrontativo de Facebook. Luego de una larga negociación, llegaron a acuerdos para pagar por parte de su contenido de noticias a los principales editores y medios de Australia – especialmente a la corporación News Corp – a cambio de evitar que la ley se aplicara a los enlaces a noticias en sus buscadores generales. Google siempre se ha negado a pagar a los sitios web a los que se vincula, ya que eso – argumentan – reduciría la neutralidad de su buscador.

Por supuesto que no vamos a ser ingenuos, no se trata de un combate de un par de Goliats de la Internet contra muchos pequeños Davids periodísticos: este es un pleito entre gigantes. La empresa News Corp con la que negocia Google, y que ha sido una de las grandes impulsoras de la ley australiana para obligar a las plataformas a pagar por el contenido periodístico que difundan, es propiedad del magnate Rupert Murdoch, quien de hecho, controla alrededor del 70 por ciento de la industria de noticias impresas de Australia y un imperio periodístico en todo el mundo, incluyendo medios del calibre de Fox News y el Wall Street Journal en Estados Unidos, o The Sun y The Times en Inglaterra.  Es por lo que muchos críticos de la ley australiana afirman que esta ley, más que regular a las grandes plataformas de Internet, buscaba favorecer los negocios de Murdoch. Algo hay de ambas cosas.

No es un tema sencillo, ni tendrá una solución sencilla, ya que es un problema que surge de que mientras los mercados son cada vez más globales – especialmente los mercados financieros y los de la industria digital – los gobiernos y sus herramientas regulatorias siguen siendo básicamente nacionales y territoriales. Esto hace particularmente compleja y desigual, cualquier tipo de negociación. Lo que sí debe quedar claro es que el complicado conflicto que estalló la semana pasada entre Facebook y el gobierno de Australia nos afecta a todos pues de cómo se resuelva este conflicto dependerá cómo evolucionen las relaciones entre estas enormes plataformas y quienes las usamos diariamente en todo el mundo.

En particular, el conflicto entre Facebook y el gobierno australiano debiera servir para destacar los vacíos existentes en el manejo y regulación de las grandes plataformas digitales y su relación con el contenido, que es la base de su rentabilidad y por el que, en general, no pagan: no le pagan a grandes corporaciones noticiosas como las de Murdoch, pero tampoco le pagan a los millones de generadores independientes de contenido que, en parte somos usuarios... pero en parte somos también trabajadores voluntarios y gratuitos para estas plataformas, como bien ha señalado Tim Daum en su libro “El Capital somos nosotros” (un libro agudo y sugerente publicado en español por URUK Editores, en Costa Rica). Es un nuevo mundo, que todavía no tiene nuevas reglas.