22 de noviembre de 2021, 18:02 PM

Dr. Alexander López / Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica

En mi última columna del año quisiera -a raíz de lo que ha venido aconteciendo con la educación costarricense y las desafortunadas acciones del Ministerio de Educación Pública-, dedicar estas líneas a la variable con mayor incidencia en el desarrollo de un país, por ser el factor número uno de movilidad social, y de competitividad en el contexto de la cuarta revolución industrial. El sistema educativo costarricense, a pesar de las desafortunadas acciones de los últimos años sigue siendo el mejor de la región centroamericana, sin embargo, cuando se le compara con otros escenarios enfrenta déficits preocupantes, que no son tanto en la parte cuantitativa (cobertura), como si en la parte cualitativa (calidad del modelo).

Cuando se habla de calidad en la educación una gran parte de los sistemas educativos del mundo afrontan problemas vinculados al desarrollo integral del ser humano, a la adaptabilidad de los procesos educativos según los cambios propiciados por el desarrollo económico, a la pertinencia y la relevancia de los contenidos, la incorporación de las tecnologías digitales en los procesos de aprendizaje, la formación inicial y continua de los docentes, las habilidades de los estudiantes del siglo XXI, así como la innovación para el desarrollo y la competitividad.

Por lo anterior, la pregunta clave en el contexto costarricense es: ¿cuáles son los factores fundamentales para mejorar cualitativamente la educación en nuestro país? Desde luego en estos párrafos no se puede dar una respuesta a esta interrogante, sin embargo, sí quiero mencionar algunos elementos que me parecen esenciales en este debate: en primer lugar, cabe destacar la importancia que tiene la planificación en la cultura organizativa y en la gestión pública educativa. El nivel de competitividad y la productividad del país está asociado en gran parte al resultado de la gestión académica, la cual debe estar enfocada en los resultados y la claridad de los indicadores educativos asociados al desarrollo, así como los procesos de evaluación que deben orientar la toma de decisiones y la priorización para la implementación de estrategias gubernamentales enfocadas en la mejora continua. Lo anterior queda claramente ejemplificado con lo que logró hacer Singapur en solo 35 años, de ahí que, por ejemplo, de acuerdo con el Índice de Competitividad Global 4.0 (GCI 4.0 por sus siglas en inglés) del año 2019, Singapur ocupa el primer lugar entre las economías de 141 países evaluados. Es decir, es crucial saber lo que se quiere, para qué se quiere, cómo y con qué se obtiene, con quienes se logra y cuál debe ser el efecto y el impacto deseado.

En segundo lugar, los resultados obtenidos no solo obedecen a las decisiones que se logran tomar oportunamente, sino de la capacidad instalada para dar sostenibilidad a las acciones o estrategias, mediante la participación y responsabilidad de todos los actores. Por ello, es importante que el Ministerio de Educación puedan vislumbrar el fututo de la sociedad, en conjunto con el equipo económico del Estado, el Ministerio de Trabajo y el sector empresarial. Lo anterior facilita tener una mirada prospectiva asociada a la excelencia educativa con sus cuatro componentes: sociedad, ciudadanía, educación y docencia; lo que a su vez facilita establecer:

El tipo de sociedad a la que se aspira;

el tipo de ciudadano que se necesita formar para construir esa sociedad;

el tipo de educación que debe recibir cada ciudadano;

el tipo de docente que debe desarrollar dicha educación.

En tercer lugar, se requiere de centros educativos cuya cultura organizacional sea congruente con las políticas educativas y los resultados esperados del aprendizaje. Se deben tener instituciones educativas con instalaciones apropiadas, con acceso a la infraestructura digital, con recurso humano altamente calificado y la creación de ecosistemas de aprendizaje para potenciar la criticidad, la creatividad y la innovación, a través de la investigación, la relación de la educación con el contexto local, nacional y global, así como el desarrollo de habilidades para la resolución de problemas complejos.

En línea con lo anterior, y tal como lo apuntara Alexander Castro en su trabajo sobre la gestión pública de la educación en Centroamérica (2020), la formación de los docentes se debe fundamentar en un diseño curricular cuidadosamente creado y alineado con el tipo de sociedad que se pretende alcanzar, el tipo de educación que se debe dar y el tipo de estudiante que se necesita formar. Es decir, cada docente debe comprender el por qué (razón de ser) y el para qué (resultados) de la educación, seguidamente del cómo (mediación), con qué (recursos), para quién (comprensión del estudiante) y con quienes (otros actores educativos). Los docentes se forman para asumir la responsabilidad social de educar a una población capaz de aprender, de crear e innovar, según sus propias características personales.

Finalmente, los procesos educativos exitosos dependen también de un marco normativo e institucional que brinde el espacio para la ejecución oportuna de las estrategias tendientes a la mejora continua del sistema educativo. En el caso de la educación, el sistema normativo e institucional parece más bien obstaculizar la modernización que requiere el país, basta ver la poca ejecución presupuestaria en materia de infraestructura educativa, aspecto como se señaló anteriormente fundamental para aumentar la competitividad país.  Es decir, pareciera que en este tema normativo algunos pueden pensar que más es mejor, cuando no necesariamente es así. Lo lamentable de lo anterior es que de continuar el escenario “business as usual” tendremos entre otras cosas: una educación cada vez menos competitiva, una marcada desigualdad entre en la calidad del servicio educativo, un aumento sostenido en la exclusión educativa, y un mayor desempleo, aún con titulación. Parafraseando a Nelson Mandela, “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, por ello, este debe ser el tema de mayor trascendencia en la discusión de los próximos meses para elegir las nuevas autoridades del ejecutivo y legislativo en Costa Rica.

App Teletica