11 de octubre de 2021, 9:00 AM

Dr. Alexander López / Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica

La intensificación de la globalización desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha hecho posible la consolidación del modelo liberal y de lo que se denomina el orden internacional. Este proceso fue apoyado fundamentalmente por los países victoriosos de la Segunda Guerra Mundial, por el estado hegemónico (Estados Unidos), mostrando las relaciones entre este orden y la distribución de poder en el sistema internacional. En la arena económica, se manifestó en la expansión de las producción y distribución de productos y servicios a una escala global, donde las corporaciones multinacionales han actuado como agentes del sistema alrededor del mundo.

Aunque algunos opinaban que el Covid-19 acabaría con la globalización, lo cierto del caso, es que tendremos que guardarnos los pésames para otro momento. El principal argumento que se ha planteado para justificar la tesis de que la globalización ha llegado a un alto, se centra, mayormente, en los efectos negativos que las crisis del 2008, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y obviamente la actual pandemia han tenido principalmente sobre la economía, especialmente sobre el comercio internacional y la interrupción de la cadena global de suministros. Si bien lo anterior es cierto, estas no son las únicas interacciones transnacionales que caracterizan el actual proceso de globalización, en donde elementos asociados a la cuarta revolución industrial profundizan la globalización en varios campos, y ello genera una presión inmediata sobre el orden liberal internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial.

El orden liberal occidental, producto de la Segunda Guerra Mundial, y acentuado con la finalización de la Guerra Fría, está atravesando una crisis que en parte se debe a la citada transición de la globalización que ha venido a desafiar los pilares del sistema. El orden liberal internacional ha sido construido sobre tres principales mecanismos que en mucho provienen del pensamiento del filósofo alemán Immanuel Kant: instituciones internacionales, democracias constitucionales e interdependencia económica, todas las cuales son necesarias para mantener la paz internacional. Lo anterior ha generado que el sistema actual esté centrado sobre tres ideas centrales: la existencia de un sistema abierto para el comercio y los negocios, el desarrollo de un sistema internacional multilateral basado en reglas, y finalmente los modelos democráticos liberales.

Parte del éxito del modelo, radica en que se espera se impongan restricciones en como los estados respondan a las disputas y las crisis. Las instituciones juegan un rol central creando tales regulaciones y las reglas del juego, el modelo democrático igualmente produce restricciones internas y externas en el uso del poder, y la interdependencia económica, se asume, genera prosperidad y paz entre los estados. 

La pandemia ha venido a alterar ese orden, desafiándolo en las tres arenas: política, institucional y económica. En la esfera económica el incremento del proteccionismo, a pesar de los acuerdos de libre comercio y la adherencia a las reglas de la Organización Mundial de Comercio, es cada día más común.  Las restricciones migratorias en materia laboral es otra manifestación del nacionalismo económico. En la arena política los déficits democráticos se están expandiendo rápidamente en países se suponen democráticos, así el aumento de los populismos es notorio. En la esfera institucional, el impacto es también visible en el debilitamiento de las instituciones multilaterales. A nivel doméstico, la incapacidad de los sistemas democráticos de generar entregables en los tiempos que requiere el sistema, así como el incremento de las desigualdades sociales, son también una manifestación de los desafíos del modelo.

Las políticas liberales en la era de la globalización, dieron también paso a la creación de nuevos centros de poder, el crecimiento de China e India no hubiese sido posible sin el proceso de globalización económica. Igualmente, y a pesar de las disparidades en la balanza comercial, los Estados Unidos también se beneficiaron del proceso de globalización, especialmente en el área tecnológica, y el consumo de bienes, no solamente de China e India, sino también de economías desarrolladas como Japón. 

Thomas Piketty ha argumentado que las altas desigualdades en la distribución del ingreso del modelo liberal occidental está produciendo un rango de externalidades políticas, especialmente en la forma de descontento social y el detrimento de los valores democráticos, siendo el populismo un resultado directo de las inequidades en la distribución del ingreso.

En conclusión, si el liberalismo quiere sobrevivir, las reformas internas son el primer prerrequisito, que permitirá adaptarse a esta globalización en transición que plantea nuevos dilemas para el estado nación, incluyendo la salvaguarda de la libertad, la distribución de la riqueza, y el mantenimiento de la efectividad de las instituciones internacionales.

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