7 de septiembre de 2021, 9:00 AM

Bernal Fonseca / Empresario, comunicador y productor de televisión 

En las últimas semanas hemos tenido la posibilidad de ver la participación de atletas olímpicos y paralímpicos en Tokio 2020, al mismo tiempo, inició el camino eliminatorio hacia Catar 2022; dos realidades deportivas que dejan un sabor muy diferente, sin embargo, no están exentas de lo que vive el país en los procesos educativos hacia un rendimiento óptimo frente a los grandes escenarios.

Tokio 2020. No voy a detenerme en las opiniones que hemos visto en las diferentes plataformas sociales o medios de comunicación, porque la verdad es una: con recursos limitados o inexistentes, el coraje, tesón y pasión por lo que se hace, consigue resultados que enorgullece a quienes los consiguen y a quienes les apoyamos. Cabe destacar el papel de atletas como Brisa Hennessy, Kenneth Tencio o Sherman Guity.

Catar 2022. Soy un aficionado apasionado por “el deporte rey” que cuando veo en pantalla a un equipo que representa mi país, las emociones corren por mis venas. Esta disciplina deportiva mueve los hilos de la sociedad costarricense en lo económico, social, el estado de ánimo e inclusive terminamos viendo la política como un partido más, pero no nos desviemos, porque acá se da otra verdad: con mayor cantidad de recursos el rendimiento es deplorable.

Educación. Según el “Octavo Informe del Estado de la Educación”, el sistema educativo costarricense, en términos generales, enfrenta una grave crisis producto de los problemas estructurales no resueltos y donde a pesar de que algunos sectores han tenido reacciones paliativas, la situación compromete los niveles de conocimiento y, por ende, la competitividad del talento.

Aunque las circunstancias antes mencionadas posean características que las hacen muy diferentes entre sí, hay patrones que se dan alrededor de ellas y sobre las cuales podemos concluir, que la disponibilidad de recursos queda en un segundo plano cuando la práctica, la aptitud y el ahínco se consideran como parte fundamental del progreso individual y colectivo.

Lamentablemente, las noticias acerca de ese progreso no son muy alentadoras. Observar un partido de la selección mayor de fútbol masculino con tal grado de inoperancia en su accionar, poca fortaleza mental y emocional y luego, escucharles con un ausente nivel de autocrítica cercano a la mediocridad, es comparable con el estado de las instituciones educativas, donde ninguno asume responsabilidades, los programas de estudio no se completan, en el caso de primaria o secundaria, o están absolutamente desconectados y desactualizados de la realidad del mundo laboral. 

Estamos viviendo frente a una generación endeble en su conocimiento, limitada en su accionar y condicionada a depender de sus propios recursos para lograr hazañas memorables.

Sigamos creando criterio en conjunto y recuerden que si desean compartir conmigo sus puntos de vista, pueden hacerlo al correo [email protected] o a través de mi perfil en LinkedIn.

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