4 de mayo de 2022, 15:10 PM

MSc. Henry Álvarez/ Consejero familiar y matrimonial, conferencista.

Se sufre demasiado por amor, esa es la verdad. Incluso los que se vanaglorian de estar perfectamente acoplados a su pareja, en lo más recóndito  de su ser, albergan dudas, inseguridades. ¿Quién no ha sufrido alguna vez por estar con la persona equivocada, por sentir un descenso en el deseo o simplemente por la caricia que nunca llegó?

Hay que preguntarse si en verdad estoy amando inteligentemente y sanamente, o lo que existe es una codependencia y un apego asfixiante convirtiéndose en una relación tóxica y dañina, lo triste es que muchas parejas han estado por mucho tiempo en esta situación.   No solo se trata de amar sin apegos (una de las causas principales del dolor afectivo), que es un logro importante, sino de acabar con todo tipo de sufrimiento inútil relacionado con el amor. Se trata de incrementar el “consciente amoroso” y ligar el corazón a la mente de tal manera que podamos canalizar saludablemente el sentimiento.

Sin lugar a dudas, sentir amor es más fácil que explicarlo, porque nadie nos ha educado para amar y ser amados, al menos de manera explícita. Habrá quienes digan que el amor no es para “entenderlo” sino para sentirlo y disfrutarlo y que el romanticismo no soporta ningún tipo de lógica: nada más  erróneo. Esta actitud, además de ingenua, es peligrosa, ya que es una de las principales causas del “mal de amores” nace precisamente de las creencias sobre el amor que hemos elaborado a lo largo de nuestra vida y que son una de las principales fuentes de sufrimiento.

¿Racionalizar el amor? Así es, pero no es demasiado, solo lo necesario: razón y emoción en cantidades adecuadas. Un amor completo, sano y gratificante, que nos acerque más a la tranquilidad que al sufrimiento, requiere la conjugación de tres factores:

  • Pasión
  • Intimidad
  • Compromiso

Una relación sana requiere de estos tres factores, hay muchas parejas que están solo por un compromiso, la intimidad emocional la perdieron, dejaron de ser amigos, el deseo de estar juntos se perdió, y empieza cada uno a buscar llenar en otras cosas sus vacíos, produciendo una desvinculación y por ende se empieza a perder la pasión lo cual es tan importante en toda relación.  Lo triste, es que lo que sostiene la relación, son los hijos, funcionan solo como padres y hace tiempo dejaron de funcionar como esposos, están juntos por conveniencia, pero ya no porque se aman y desean estar juntos. Aunque no hay un papel legal que los declara divorciados, el divorcio emocional ya se dio. Hay que ser valiente y sincero con su pareja y conversar, hacer un inventario de la relación y preguntarse, cómo nos sentimos en esta relación.  

No todo está perdido, todavía se puede restaurar la relación si los dos reconocen que no quieren seguir viviendo así y deciden buscar ayuda, con un alto compromiso de someterse a un proceso y volver a conquistarnos como al principio, pero es necesario ser intencionales, no solo basta el deseo y tener buenas intenciones, hay que actuar.  No hay que estar juntos solo por costumbre porque no es sostenible, hay que estar juntos porque queremos y disfrutamos estar unidos y no por costumbre o por conveniencia. Nunca es tarde para volver a empezar.