Por Susana Peña Nassar |30 de agosto de 2020, 7:58 AM

La semana cerró con casi 800 personas en 21 albergues debido a las lluvias que provocaron crecida de ríos y dejaron zonas anegadas, casas dañadas y sitios en peligro de deslizamiento. 

El país enfrenta cada año los embates del período lluvioso; pero, por primera vez, este coincide con una emergencia sanitaria como la del COVID-19.

La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) enfrenta su prueba de fuego. En la práctica, a la hora de salvar vidas, la logística se complica para evitar contagios de la enfermedad que supera los 38 mil casos y las 400 muertes en Costa Rica.

La pandemia no elimina la amenaza de sufrir otras situaciones de urgencia; por ejemplo, en Paquera y La Unión, ya se ejecutaron evacuaciones de personas positivas por el nuevo coronavirus, quienes enfrentaron inundaciones y peligro de derrumbe en sus viviendas.

Se acercan setiembre y octubre, los meses más fuertes de la temporada lluviosa. El país tiene capacidad para albergar a unas 10 mil personas contagiadas de COVID-19 y, aproximadamente, unas 15 mil no enfermas.

Teletica.com conversó con Alexánder Solís, presidente de la CNE, sobre este gran reto para Sistema Nacional de Emergencias. Él nos atendió desde su aislamiento, ya que tuvo contacto con una persona infectada.

A continuación, la entrevista completa.

En Costa Rica estamos acostumbrados a temporadas lluviosas intensas, pero sin duda esta es completamente atípica... 

Costa Rica tiene una característica, en realidad prácticamente todo el istmo centroamericano y gran parte de nuestro continente: estamos expuestos a múltiples amenazas, tanto por fenómenos naturales que nos afectan en determinadas épocas del año y regiones geográficas; en este momento nos enfrentamos también a una amenaza, que denominamos factores biológicos, que en este caso es el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que se asocia a la transmisión de este virus, que es el COVID-19.

En este contexto, tenemos un comportamiento exacerbado en términos de que estamos en una situación de pandemia; pero realmente en las situaciones de emergencia “tradicionales” (deslizamientos, inundaciones, sismos, etc.) que nos obligan a tomar acciones de protección a la población, de evacuar, movilizarlas a un albergue de forma temporal, siempre estamos expuestos a esos factores biológicos de riesgo; es decir, siempre podemos tener brotes de alergia, de otras infecciones respiratorias, de diarrea en un albergue.

Por más que nosotros intentemos preparar todo esto, debo decirlo así, pues siempre va a existir un riesgo de que tengamos un contagio, un brote, en un albergue; por eso también hay que pedirle a la población que cumpla estrictamente estos procedimientos que estamos estableciendo. 

El plan para atender inundaciones como las que ya se han presentado en Guanacaste, ¿cuándo se empezó a la elaborar?, ¿desde que se detectó el primer caso de COVID-19 en el país o no pensaban que se extendiera por tanto tiempo?

Nosotros nos abocamos durante marzo y abril, de lleno, a trabajar en la contención de casos positivos, a dar todo el proceso de asistencia humanitaria y, debo decirlo, de forma muy transparente, a entender en qué estamos. Lo he dicho en muchas oportunidades, esta es una situación de emergencia que en el mundo nadie había vivido, difícilmente sabíamos como enfrentar una emergencia que afecte a todos los cantones del país, a todo el territorio. 

Usualmente nosotros comenzamos a trabajar el plan del período lluvioso en marzo y lo calibramos en abril; en este caso, nosotros lo comenzamos a trabajar en mayo. Hemos tenido muy poco tiempo para la divulgación, pero ya estamos viendo los resultados. 

¿Cómo se prioriza en una situación así? Porque por un lado está la urgencia de sacar a las personas de casas inseguras, zonas anegadas o en peligro de deslizamiento, pero por el otro lado hay un gran riesgo de contagio.

La salvaguarda de la vida es el fin principal que buscamos y en esa línea, aquí le voy a hablar como rescatista retirado, uno tiene que asegurar en primera instancia la integridad de su equipo de rescate y la vida de la persona que en ese momento está teniendo una situación de riesgo. Ahí entran unos criterios de cuál riesgo podemos manejar y cuál no; es decir, uno no puede nadar contra corriente, dice la referencia popular: uno sabe cuál va a ser el peligro mayor y cuál es manejable, de modo tal que nosotros podemos utilizar una serie de elementos de mitigación para poder manejar el riesgo de contagio, pero no podemos aplicar elementos de mitigación efectivos para contrarrestar la corriente que va a arrasar una vivienda o la posibilidad de que una persona se pueda ahogar. Frente a este riesgo mayor, tenemos que priorizar.

Por eso, le pedimos ayuda a las personas que tengan un caso positivo de COVID-19, que lo reporten al Sistema de Emergencia para poder tomar nosotros esas acciones de mitigación. 

¿Las acciones que se están tomando para atender las afectaciones por lluvias se coordinan en la misma mesa que atiende la emergencia sanitaria?

La mesa de trabajo por excelencia en el nivel local es un Comité Municipal de Emergencia, en el nivel regional es un Comité Regional de Emergencia. Desde el inicio de la pandemia, ambas estructuras han estado activas en todo el territorio nacional. La forma en la que diferenciamos y estimulamos el manejo de las operaciones es a partir de las alertas, por eso hoy llevan apellido: hay una alerta sanitaria y hay una alerta por lluvias, para poder diferencias esas acciones operativas. 

Las instituciones que trabajan son las mismas, lo que cambia es el nivel de protagonismo y las actividades específicas. El Centro de Operaciones de Emergencia (COE) es la misma mesa de trabajo de instancias muy operativas en su nivel básico, pero también tenemos 10 mesas de trabajo adicionales que han funcionado desde el inicio de la pandemia y ven sus aspectos específicos; la sala de situación que tenemos establecida para el análisis de la pandemia ve los temas epidemiológicos, económicos, y los comités asesores técnicos ven los otros temas.

¿Qué características deben cumplir los albergues?, ¿algunos tradicionales se descartaron en esta ocasión?

En el contexto de la pandemia, tenemos que tomar varias previsiones. Una de las fundamentales es distanciamiento físico, entonces bajo la aplicación del término de burbuja social estamos garantizando, a partir de habilitar más centros, ese distanciamiento físico. Circunstancialmente, tenemos interrumpido el ciclo lectivo presencial, entonces hemos utilizado los centros educativos que están disponibles porque no hay profesores trabajando, porque no hay actividades en ese sitio, los hemos utilizado principalmente como albergues de contención de casos positivos. 

Todo el tema de lavamanos, duchas, etc., lo hemos ido también reforzando en los albergues para que cumplan con los parámetros del Ministerio de Salud. El otro tema es que hay que reforzar equipamiento de protección personal, hay que implantar muy buenas prácticas de promoción de la salud, de prevención de contagio.

Hemos adquirido una buena cantidad de camillas portátiles para personas que sean más susceptibles, con mayores factores de riesgo (adultos mayores, personas con hipertensión, diabetes) puedan utilizar en lugar de la colchoneta que hemos usado siempre, que están prácticamente a nivel de piso, puedan ubicarse en camillas. Eso nos va a garantizar separarlos más del suelo para evitar riesgos de contagio y algunos otros factores que podrían exacerbar problemas respiratorios. 

Dentro de los albergues me imagino que también hay nuevas reglas...

Las medidas que tienen que cumplir, fundamentalmente, son las mismas que rigen para todos nosotros como sociedad en el manejo de la pandemia: protocolos de tos y estornudo, evitar el contacto físico a toda costa, uso de equipo de protección personal (mascarilla y careta juntos), lavado constante de las manos, evitar romper las burbujas sociales; es decir, todo este proceso es el que tenemos que trabajar muy fuertemente en los sitios de albergue.

Pienso que es un proceso de aprendizaje muy fuerte, hay retos importantísimos que en estos momentos nuestros administradores de albergues (las comunidades) deben tener, que son muy difíciles de controlar. He pasado gran parte de mi vida en esta dinámica y trato de imaginármela hoy día; por ejemplo, el manejo de los niños en los albergues es un reto complicado para los próximos días.

​¿Ha sido difícil coordinar todo esto desde su aislamiento? Generalmente usted se traslada a las zonas afectadas y tiene un papel muy activo en ese sentido.

Nuestro país tiene una gran fortaleza y es esa red de personas, miles de personas que están en esa red de Comités Municipales de Emergencia y que trabajan no solamente como asalariados, sino personas que no reciben un salario: somos parte de un equipo y eso es lo que más pesa en nuestro sistema.

La función que tenemos nosotros aquí en San José, independientemente del nivel jerárquico, es una función de apoyo; pero viera que lo más satisfactorio de nuestro sistema es entender que las comunidades y las instituciones en los niveles locales reaccionan ante un estímulo muy básico, que nosotros preventivamente utilizamos como son las alertas, pero que en la medida de lo posible ellos van a reaccionar a las necesidades de sus comunidades.

Es muy difícil desde el aislamiento hacer uno ese seguimiento, pero el hecho de que una persona u otra tenga que aislarse preventivamente no hace que nuestro sistema se detenga. Nuestro sistema funciona porque el secreto está en la capacidad instalada que tienen nuestras comunidades y nuestros cantones para trabajar por medio de los Comités Locales de Emergencia.

¿Cuáles son los escenarios más complicados que manejan y su eventual abordaje? 

El escenario muchísimo más complejo, catastrófico, es que un evento de proporciones mayores nos saque de operación los servicios de salud. Eso nos lleva a una reconversión de los servicios de salud, también hay una estrategia que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) viene desarrollando desde 2005, que es la estrategia ‘Hospital Seguro’, en esa medida los hospitales han ido reforzándose, han ido mejorando, no solamente sus componentes estructurales sino sus componentes funcionales y arquitectónicos. 

Tenemos algunas clínicas y Ebais que están ubicados en zonas susceptibles a inundación y están previamente identificados y normalmente lo que ocurre es que, frente a las alertas, estos sitios se evacúan preventivamente y reorientan sus servicios. Ahí tenemos un elemento de mitigación, no puedo negar que eventualmente va a afectar los servicios, pero que puede controlarse.

En el caso de que tengamos un brote en un albergue en estos períodos de inundación, en el caso de Guanacaste nos estamos enfrentando por primera vez a tener esa cantidad de persona en albergues (más de 500 en 16 albergues hasta el jueves), así que nosotros esperaríamos no tener un repunte de casos en esas comunidades en las próximas dos semanas, pero estamos vigilantes en ese sentido y de detectar cualquier persona con fiebre, tos, síntomas respiratorios, lo remitiríamos en forma inmediata al análisis respectivo o al albergue para sospechosos. 

Hablamos de lluvias, pero otro tipo de evento natural puede suceder en cualquier momento (temblores, por ejemplo). ¿Están preparados para diferentes situaciones en tiempos de pandemia?

En relación con los sismos, que es otro de los factores a los que estamos más expuestos, pues en ocasión del Día Nacional del Simulacro, y dado que este año no pudimos desarrollar el simulacro como lo hicimos el año anterior, nos hemos abocado a posicionar la necesidad de tener el plan familiar de emergencias a partir de ocho pasos sencillos. Esperaríamos que, durante estos dos meses, hasta el día 13 de octubre que vamos a desarrollar el simulacro virtual, las familias se preparen en su núcleo familiar y en las comunidades para poder protegerse frente a un sismo. 

Muchas personas han preguntado cómo va a ser el simulacro virtual, estamos tratando de generar soluciones innovadoras para que sea más atractivo, pero el simulacro virtual no es el fin, ese es el medio, esa es la meta que nosotros queremos tener para lograr un resultado: la preparación.

¿Cuál es su mensaje para la población? Es difícil pensar en una emergencia más complicada que la actual.

Es un mensaje directo, contundente: no bajemos la guardia, estamos en medio de una pandemia. Todos estamos expuestos a enfermar de COVID-19 y lo que tenemos que hacer es mantener estrictamente nuestras medidas de seguridad e higiene, comprender que nosotros somos los que podemos transportar y propagar el virus, así que la solución y la lucha contra esta enfermedad está en nuestras manos.

No dejemos de lado que también podemos tener situaciones de emergencia adicionales, que muchas personas habitan en zonas propensas a inundaciones o deslizamientos y que todo el país también está expuesto a los efectos de un evento sísmico, así que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos en prepararnos para enfrentar cualquier situación de emergencia en medio de la pandemia.