Por Julio Naranjo |21 de junio de 2020, 8:55 AM

Luego de superar al COVID-19 semanas atrás, un padre de familia que trabaja como enfermero en el Hospital México celebrará su día este domingo cuidando a pacientes que lidian actualmente con el coronavirus en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Se trata de Jorge Garita, padre de Gabriel y Benjamín, quien a finales de abril se infectó en centro médico y tuvo que pasar tres semanas difíciles de aislamiento hasta ser dado de alta.

Una vez recuperado, lejos de inquietarse ante un nuevo contagio, Garita se armó de valor para regresar a su trabajo y, en forma de recompensa, ayudar desde el área de mayor exposición al COVID-19.

En entrevista con Teletica.com, Garita nos cuenta todos los detalles.

¿Tiene idea de dónde y cómo surgió en contagio?

El contagio tuvo que ser trabajando en el Hospital, ahí fue donde se encontró el nexo. Cualquier persona que trabaja en un hospital está muy expuesta. El lugar más propenso que pensé fueron los ascensores del hospital, ya que en ese momento no existían medidas tan estrictas como las de ahora.

Una vez recuperado, ¿cómo fue el regreso al hospital?

Cuando estuve aislado y me empecé a sentir mejor, inicié la preparación física y mentalmente porque yo sabía que cuando estuviera listo tenía que volver a la zona más peligrosa, que es el contacto directo con los pacientes de COVID-19.

Cuando llegué al hospital mis jefaturas me querían mantener un poco alejado, pero yo me sentía bien y principalmente agradecido con Dios y quería colaborar, entonces les dije que me dejaran para que les dieran descanso a mis compañeros, ya que mentalmente estaban agotados.

¿Desaparecen los temores una vez que se le gana la batalla al COVID-19?

Los temores nunca se van. No hay claridad de si se puede presentar una reinfección. Es un miedo generalizado y que se siente en el ambiente, pero conforme uno lo afronta aprende a vivir con él. A mí ya me dio, pero hay compañeros con factores de riesgo o que terminan en una unidad de Cuidados Intensivos. El miedo es latente y se nota en la cara de la gente.

A usted le tocó un aislamiento en casa, pero ¿qué tan diferente es en el hospital?

Luego de ser contagiado te cambia la perspectiva. Cuando veo a un paciente que está aislado, algo que no es nada fácil, los aliento para que no se rindan e incluso trato de quedarme un poquito más en la unidad con ellos, aunque no es lo adecuado, pero yo sé que esa persona necesita compañía, entonces trato de hablarles, de decirles que se pueden recuperar y hay esperanza.

El COVID-19 es un poco traicionero y un paciente que usted vio bien el día de hoy, mañana puede empeorar, pero no pierdo la esperanza de verlos salir bien. Trabajo con mucho amor y mucho cariño.

¿Qué cosas lo han sorprendido de todo lo relacionado con el COVID-19?

Como paciente de COVID-19 quedé muy sorprendido de la fortaleza de la CCSS, es una institución importantísima y la salud nunca puede ser privada, es impresionante ver cómo reacciona en sus diferentes niveles.

El COVID-19 me sorprendió por el temor que generó en todos los trabajadores, es feo ver el miedo en la cara de los compañeros y sentirlo uno. Le daba gracias a Dios que por lo menos no era Ébola, que tiene una mortalidad del 50%, trataba de ver las cosas siempre en positivo. Es impresionante la cantidad de equipo que hay que ponerse para la atención y uno tiene miedo de que los recursos en algún momento se acaben.

En familia es doloroso no poder ir a la casa de los papás, ver a mi hijo pegando gritos porque papá no sale del cuarto, que patea la puerta porque quiere entrar y no poder hacerlo porque se puede infectar.

¿Cómo es ser papá en tiempos de coronavirus?

Cuando estuve aislado fue como que le agarren a uno el corazón y se los despedacen. Es muy difícil ver a los hijos desde una ventana o por una videollamada, olerlos, sentirlos, la alegría más grande que tuve fue cuando salí y los pude abrazar, realmente las pequeñas cosas son las que importan en la vida.

Pienso mucho también en los papás que se quedaron sin trabajo y no tienen como llevar comida a sus hogares.

¿Cómo se puede ayudar a que los niños comprendan el COVID-19 sin tener que alarmarlos?

A mi hijo mayor (Gabriel) antes de que se suspendieran las clases en la escuela les habían dado un excelente abordaje y entendía muy bien por qué yo no podía salir del cuarto, creo que va muy de la mano con la edad de cada uno.

Hay que hablarles con la verdad y también asesorarse uno como papá en la parte mental. Existe información adaptada en YouTube, ya que deben entender lo que está pasando. Esta generación de niños va a crecer con muy buenas prácticas de higiene.

¿Cómo se prepara para celebrar el Día del Padre en el trabajo?

En este Día del Padre lo primero que agradezco es tener trabajo. Todos los que laboramos en hospitales es un día más, porque nos ha tocado amanecer un 1° de enero o trabajar un 24 o 31 de diciembre. Aquí no hay días feriados, la gente hospitalizada no puede esperar por usted. Es una forma de agradecer de que tengo trabajo y mis hijos están bien, ese es el mayor regalo que me pueden dar.

A los pacientes que están internados uno trata de hacerles un día bonito, ya que ellos también tienen familia y no pueden recibir visitas por restricción. Con solo poder ir a trabajar hay que darle gracias a Dios.

¿Qué actitudes le llama la atención ver todavía en la gente pese a las advertencia por la pandemia?

Me llama la atención cómo la gente usa de mal el cubrebocas, algunos se tapan la boca y dejan la nariz afuera o que para hablar se lo quitan, mi esposa dice que muchos los usan como sostenedor de papadas. Cuando yo empecé con los síntomas, yo solito, porque en ese momento no era norma hospitalaria, trabajaba ocho horas con cubrebocas y el hecho de usarlo bien me ayudó a no contaminar a ningún compañero o personas de mi familia.

Me sorprende ver tanta gente en la calle y que salen con niños, uno llega a ciertos lugares y es como que no pasara nada, tenemos que tener en cuenta que en cualquier momento puede haber alguien enfermo en la familia.

Por último, me sorprende que entre tantos recuperados nadie done su plasma, yo ya lo hice en dos ocasiones gracias a Dios, pero la gente se resiste y eso habla muy mal de nosotros como seres humanos, hay mucho egoísmo. Sería satisfactorio saber que otra persona tuvo oportunidad de vivir por un plasma que yo doné.