Keylin transforma cocos en arte
Su iniciativa, llamada Koko Macetas, ya ha cruzado fronteras y es un ejemplo de creatividad, sostenibilidad y vida tranquila entre la naturaleza limonense.
Nos vinimos hasta Matina con la Móvil de Telecable, que conecta con las historias de Más que Noticias, para conocer a Keylin, una joven emprendedora que convierte cocos en verdaderas obras de arte.
“Nos contaron que usted hace unas Koko Macetas, ¿eso es lo que está haciendo con esos troncos?”, le preguntamos al verla trabajar con varios restos de madera.
“Sí, aquí andamos recolectando materia prima para trabajar en ella”, nos cuenta con una sonrisa.
El proceso que lleva a cabo inicia con la recolección de madera y cocos, elementos que transforma con dedicación. “Primero se lijan, se dejan secar, luego se les pasa barniz y se vuelven a dejar secar para finalmente sembrar las plantas”, nos explica.
El tiempo de elaboración varía según el clima: “Cuando hay sol, en un día puedo armarlas. Pero si llueve, tengo que esperar varios días”, agrega. Nada se desperdicia: incluso las conchas del coco que se retiran al prepararlos son reutilizadas para mejorar el suelo donde sembrará las plantas.
La vida de Keylin en Limón transcurre de forma tranquila, rodeada de naturaleza. “Sí, claro, acá mi vida con mi familia es muy tranquila. Tengo un vivero desde hace como tres o cuatro años”, nos cuenta. Además, obtiene los cocos directamente de una plantación de pipa que tiene su papá. “La madera que uso no es de deforestación, recolecto ramas secas que caen naturalmente de los árboles”.
Su emprendimiento se llama Koko Macetas, a través de su página en Facebook realiza la mayoría de sus ventas. “También vendo por WhatsApp, incluso he enviado productos a Cartago, Heredia… ¡y hasta dos Koko Macetas llegaron a Estados Unidos!”, relata con entusiasmo.
Entre sus productos se encuentran macetas con cactus, suculentas, plantas para sol, coronas de Cristo y más. Un ejemplo claro de cómo la creatividad, el amor por la naturaleza y la sostenibilidad pueden florecer, incluso desde los rincones más tranquilos del Caribe costarricense.

