Por Teletica.com Redacción |31 de marzo de 2018, 10:50 AM

Su carrera comenzó en el Borussia Dortmund Youth, pasó por el Schalke 04 Jugend, jugó en la liga regional alemana, en el fútbol universitario estadounidense y ahora entrena en la precordillera de Santiago de Chile, bajo las órdenes del técnico Arturo Norambuena y con la esperanza de defender los colores de Barnechea, de la Primera B del fútbol chileno. Hablamos del portero alemán Robert Moewes, que llegó a tierras sudamericanas en un intento por darle un nuevo impulso a su carrera, aunque para ello primero deberá ganarse la titularidad.

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No son pocos los casos de jugadores europeos que hacen el camino inverso a lo que dicta la lógica. Se supone que los futbolistas latinoamericanos ansían cruzar el charco para brillar en las ligas del Viejo Continente. Pero también están los buscan hacer el camino inverso y prefieren dejar el fútbol que se practica en Europa para probar suerte en Colombia, Argentina, Chile, Brasil o México. Moewes es el ejemplo más reciente, pues llegó hace un par de meses a Chile. Pero no es el único.

"Lo de Moewes fue una novedad, pero no tanto”, dice a DW el periodista Patricio Abarca, autor de los libros "Pellegrini. Lecciones sobre la vida y el fútbol” y "Goles sagrados”. "Curiosamente en el campeonato pasado había otro europeo en el mismo equipo, Richard Barroilhet, un delantero francés, hijo de padre chileno y madre inglesa. Había jugado en la Selección Sub 19 de Francia, fichó en el Fulham de Inglaterra, pero una lesión lo fue postergando. Se transformó en un viajero y llegó a jugar en Finlandia, Holanda y Kazajistán”, explica el periodista. Barroilhet, ya nacionalizado chileno, juega ahora en Magallanes, también en la Primera B.

Los mexicanos tienen dinero

Las únicas dos ligas que pueden competir, en términos de dinero, con los millonarios torneos europeos, son la mexicana y la brasileña. Sin ir más lejos, en México juega el delantero francés André Pierre Gignac (en Tigres), quien disputó la Euro 2016 con la selección de su país. En el mismo equipo está el también galo Timothée Kolodziedjczak, quien llegó a Norteamérica tras un breve paso por el Borussia Mönchengladbach, de la Bundesliga. Al América arribó esta temporada Jérémy Ménez, con pasos por el AC Milan y el PSG, y en el Atlas de Guadalajara juega el inglés Ravel Morrison, ex Manchester United.

Los españoles también se han hecho un espacio en el fútbol mexicano. Edgar Méndez, por ejemplo, pasó del Alavés al Cruz Azul en 2017. A los Pumas de la UNAM llegó en 2016 Abraham González, quien tuvo un fugaz paso por el Barcelona. En el mismo equipo está el central Alejandro Arribas, que desde Deportivo La Coruña pasó a la liga de México este 2018. Para el periodista mexicano Carlos Hernández, corresponsal en Europa de Azteca Deportes, esto se explica porque los salarios son buenos y especialmente porque "al que llega de Europa se le trata como un crack que prácticamente tiene su lugar asegurado en el 11 titular”.

Pero hay otros factores, dice Hernández. "Sin duda llama la atención el formato de la liga, donde no hay un equipo como el Real Madrid o el Barcelona, que siempre ganan todo. México no es de dos equipos, el rival menos pensado puede ser campeón”, afirma. Para el profesional, la presencia de europeos ha enriquecido la competencia. Recuerda que "Emilio Butragueño y Pep Guardiola jugaron en el fútbol mexicano. Ahora Gignac está deslumbrando con su capacidad goleadora, algo que no sucedía desde la llegada del paraguayo José Saturnino Cardozo”.

Las raíces ayudan

Aparte de quienes buscan sumar minutos o probarse en un fútbol más áspero, están aquellos cuyas raíces se hunden en parte en América y en parte en el Viejo Continente. Es el caso del eslovaco-argentino David Depetris. Con una larga carrera en el fútbol europeo, e incluso alguna participación en la selección de Eslovaquia, actualmente defiende los colores de Olimpo, en la primera división argentina. Lo mismo con Norberto Briasco, seleccionado armenio nacido en Argentina, donde juega por Club Atlético Huracán. También defiende a Armenia el delantero armenio-uruguayo Mauro Guevgeozián, del Atlético Belgrano. El defensa de Rosario Central Dylan Gissi tiene una historia parecida: sus padres son argentinos, pero él nació en Suiza.

Curioso es el caso de Kevin Aladesanmi. En un mundo globalizado, que un sueco de padre nigeriano y madre colombiana juegue en Junior de Barranquilla debería empezar a parecernos normal. Como también que un inglés como George Saunders defienda al Envigado, en la liga colombiana, o un alemán como Alexander Baumjohann pase del Hertha Berlin al Coritiba y luego recale en el Vitória, en Brasil. Es algo curioso, pero no exótico. Abarca hace memoria: "La historia de europeos jugando en el fútbol sudamericano, y en el chileno específicamente, tuvo un hito en 1977, cuando el técnico Nelson Oyarzún trajo a tres jugadores de la segunda división alemana, pensando en revolucionar el campeonato. Hans Joachim Schellberg, Hans Lamour y Ralf Berger jugaron en Concepción, pero regresaron a su país sin pena ni gloria”, dice el periodista.

Si revisamos cuidadosamente las estadísticas, descubriremos que hay muchos ejemplos, pero pocos éxitos. Para Abarca, "todavía no parece que un europeo pueda llegar fácilmente a jugar en una competencia de Primera A”. El experto piensa que, como desafío deportivo, por ahora solo las ligas de Brasil y Argentina pueden suponer un estímulo. En general, pondera el especialista, se trata más bien de aventureros del fútbol que buscan ganar experiencia. "Pero es difícil que eso otorgue proyección”, estima. Con excepciones, claro. El francés David "Trezeguet vino a jugar a River Plate, en Argentina, por una cuestión emotiva, cuando el equipo estaba en Segunda. Y también Clarence Seedorf jugó en Botafogo. Pero las condiciones son más duras que en Europa, naturalmente”.

Autor: Diego Zúñiga (MS)

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