16 de julio de 2018, 9:00 AM

La historia es simple, pero no por ello menos conmovedora. Un hombre de 48 años residente en Sorong, una ciudad portuaria de Indonesia, entró a un criadero de cocodrilos en busca de pasto para su ganado. 

Al parecer, y eso es lo que se investiga, el ingreso a la granja habría sido accidental. Como sea, un reptil mordió al hombre en una pierna y con la cola le asestó un certero golpe, mortal.

Y aunque la Policía analiza el caso y el dueño del recinto ofreció una indemnización a los familiares de la víctima, los vecinos querían venganza. 

Bastó que la familia del fallecido tomara machetes, palos y martillos para que todos los del barrio hicieran lo mismo. 

En masa, invadieron la granja y mataron a golpes a 292 cocodrilos. La mayoría de ellos eran crías de este reptil, que está en peligro de extinción y que era reproducido en el criadero precisamente para mejorar los números de la especie.

También dieron cuenta de cocodrilos de mayor tamaño, de hasta dos metros, y prácticamente vaciaron el lugar de animales. 

Dos ejemplares muertos fueron robados, mientras que los demás fueron apilados, en una macabra demostración de ira. 

Si bien la Policía quiso intervenir, ya era demasiado tarde. Lo reconoció así Emy Fenetyruma, jefa policial que estuvo presente en el lugar.

Ella explicó que la muerte del vecino ocurrió el viernes 13 de julio y que tras su funeral, el sábado 14, se desató la barbarie. 

"Fue una reacción espontánea de quienes viven en torno a la granja. Entraron y mataron a los cocodrilos. Tratamos de detenerlos, pero ya estaban todos los animales muertos”. 

Una vecina identificada como Olga dijo a The Yakarta Times que los reptiles fueron acuchillados. "Fue horrible verlo”, aseguró. 

Otro residente, Enoas Barmala, en cambio, justificó la acción: "Hicimos lo correcto, porque estos animales no pueden ser mantenidos en esta área, porque están cerca de la gente. Es mejor que este tipo de animales estén lejos de zonas pobladas, cerca de los bosques, por ejemplo”.

La Agencia Indonesia para la Conservación de los Recursos Naturales está coordinando acciones con la Policía para explicar bien lo ocurrido. Basar Manullang, su director, fue enfático y sensato: "Los cocodrilos son criaturas de Dios que también necesitan protección”.

DZC (Reuters, AFP, EFE)

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