25 de enero de 2017, 10:53 AM
Sadi Ahmed, paquistaní secuestrado por traficantes de órganos en Pakistán

Sadi Ahmed dice que él y su familia se quedaron en la ruina tras su secuestro por traficantes de órganos.

Sadi Ahmed estuvo secuestrado tres meses antes de que la policía lo rescatara junto a otras 23 personas de un edificio en la ciudad de Rawalpindi, Pakistán.

Los tenían encerrados tras unas rejas en una casa de un barrio bien, esperando a que llegara el momento de sacarles un riñón.

"Te quitaremos el riñón y recibirás 300.000 rupias", el equivalente a unos US$2.800, le anunciaron los secuestradores, miembros de una banda de traficantes de órganos.

Según la policía, los cautivos estaban "muy débiles y muy tristes" cuando los encontraron.

Aunque feliz de ser liberado, Sadi Ahmed dice que él y su familia se quedaron en la ruina tras su secuestro.

Durante su cautiverio, su mujer y sus cuatro hijos tuvieron dificultades para subsistir y contrajeron deudas.

"Tenía mi propia casa, pero nos la sacaron por las deudas", le dijo a la BBC.

"Turismo de trasplantes"

Edificio de Rawalpindi, Pakistán, donde una mafia de tráfico de órganos tenía retenidas a 24 personas.

Sadi Ahmed estuvo secuestrado junto a otras 23 personas de este edificio de Rawalpindi, Pakistán.

El Secretario General de la Sociedad del Trasplante de Pakistán, el doctor Mirza Naqi Zafar, dice que a pesar de la prohibición de la comercialización de trasplantes en 2010, en años recientes ha habido un crecimiento del mercado ilegaly estima que cada mes se hacen unos 100 trasplantes ilegales en el país.

Muchas de esas operaciones ilegales están ligadas al turismo de trasplantes, que atrae a adinerados pacientes extranjeros a viajar a Pakistán para recibir tratamiento.

Detrás de este fenómeno está la escasez global de órganos para el trasplante. Y las organizaciones criminales están más que dispuestas a explotar el gran agujero entre la oferta y la demanda.

Según le dijo el doctor Naqi Zafar a Ruth Evans, de la BBC, los precios de las operaciones en el mercado negro oscilan entre los US$50.000 y los US$60.000 por paciente.

Si los donantes forzados son recompensados reciben solo una proporción minúscula de esa cantidad.

Despertarse sin un riñón

Zafar Shahab, un hombre de unos 50 años, dice que le quitaron un riñón sin su consentimiento en un hospital hace cosa de un año.

Le dijeron que necesitaba hacerse una operación para solucionar sus propios problemas de salud.

Pero dice que "no tenía ni la más mínima idea" de que le iban a quitar un riñón.

Cuando regresó a casa su salud empeoró.

"Ahora no trabajo. Ni siquiera puedo levantar 5kilos de peso, ¿qué trabajo voy a hacer?", se pregunta.

"Espionaje médico"

El doctor Naqi Zafar forma parte de una especie de red informal de espías médicos de todo el mundo que recopilan información para tratar de recortar el mercado ilegal de órganos.

Él y su red de contactos recibieron correos electrónicos de Reino Unido, Arabia Saudita, Australia y Canadá que denunciaban que pacientes de origen paquistaní habían recibido trasplantes en un hospital llamado Kidney Centre (Centro del Riñón) y que habían regresado a sus respectivos países con complicaciones.

Nai Zafar dice que hace falta poner en práctica un verdadero sistema de investigación y que otros países implicados en el fenómeno deberían hacer más.

"Tenemos que hablar con los países de los que viene la gente, para ver cómo se puede detener el tráfico de órganos", dijo.

El caso de los pacientes británicos que van a Pakistán

Varios doctores del servicio británico de salud pública, el NHS, le dijeron a la BBC que han visto cómo algunos pacientes desesperados se han ido al extranjero a comprar riñones.

Según datos del departamento de Sangre y Trasplantes del NHS, Pakistán, una ex colonia británica, es el primer destino para los pacientes de Reino Unido que buscan un riñón en el exterior.

Estiman que en total desde el año 2000 unas 400 personas recibieron tratamiento en Reino Unido después de haber recibido un trasplante en otro país.

Pero los expertos dicen que es probable que no se reporten todos los casos y apuntan además que esas cifras no incluyen a los pacientes que nunca regresan o que no sobreviven a la operación.