POR Luis Fernando Valerín | 4 de diciembre de 2013, 3:36 AM

Las necesidades son el mejor motor para generar buenas ideas. En Pérez Zeledón, una familia buscó la forma de evitar las aguas negras contaminaran más el medio ambiente.

Con pasión y mucho trabajo lograron hacer algo con esos desechos, que le va a dejar con la boca abierta.

En el año 80 don Rogelio, quien había trabajado por años en el Ministerio de Salud, vio en su natal Pérez Zeledón una opción de negocio, la limpieza de tanques sépticos y la fumigación, y decidió echarse al agua.

Además, de una opción comercial, también lo movía las ganas de cuidar la naturaleza. Así que al mismo tiempo que crecía su negocio, sacaba recursos para buscar la forma de darle tratamiento a las aguas negras que sacaba de casas y comercios.

Conforme investigaban y hacía pruebas de plantas para tratar las aguas negras, don Rogelio notó que cuando los desechos se secaban, comenzaban a nacer ahí adentro diferentes plantas.

Fue hace 15 años, ya con sus hijos trabajando a su lado, cuando todas las investigaciones y pruebas tuvieron un buen resultado, y lograron identificar el proceso ideal para convertir los desechos en abono.

Con créditos bancarios desarrollaron la planta, y dos años más tardes, otra empresita: suelo fértil.

Para convertir las aguas negras en un abono orgánico de primera calidad, solamente aprendieron de la naturaleza.

Es tan perfecta, que sin necesidad de ningún químico o proceso artificial, es posible reutilizar hasta este tipo de desechos, y sacarles provecho.

Aunque se necesita de instalaciones especiales, todo el proceso se hace naturalmente.

Cada camión que recolecta las aguas negras de los tanques sépticos, descarga el material en este primer tanque. Antes el los desechos pasa por esta criba, una especie de colador para evitar que pasen desechos plásticos o metálicos.

Aquí las bacterias hacen su trabajo, degradando los desechos fecales.

Después del tiempo adecuado, se pasan por los filtros de secado. Unos tanques con una malla que sirve de filtro.

El agua se queda abajo, y se va por desagües hasta estos tanques que purifican el agua y esta se usa para lavar los camiones.

El resto del material se pasa por medio de este tornillo hasta el lecho de secado.

Cuando ya dentro del material comienzan a crecer matas, principalmente de tomate, se sabe que debe pasarse a la cámara de solarización.

Aquí el sol quita la humedad y mata el resto de coliformes fecales.

Se le hacen pruebas para verificar la calidad del abono, y por último se pasan por el molino...Y listo: el resultado de aproximadamente mes y medio de proceso, es abono de primera calidad.

Por esta labor, ya han ganado varios premios a nivel nacional, incluyendo la bandera azul.

En esta empresa familiar, se piensa en verde.

El próximo paso para esta familia, es ser carbono neutral.

Ahora están comenzando a hacer el mismo proceso con aguas con grasa, y está funcionando igual.

Con buenas ideas movidas por la pasión y el trabajo, hasta los desechos se convierten en algo útil.