POR | 2 de mayo de 2014, 2:10 AM

La historia de Janedith Valerín  es la misma de muchas otras personas a las que el diagnóstico de la enfermedad celiaca les dio paz por un lado, pero por el otro comenzó una nueva lucha contra la sociedad.

Desde muy joven recuerda padecer de todo, gastritis, colitis, intolerancia a la lactosa, pero los síntomas se dispararon al nacer su primer hijo, hace 8 años.

Después de hacerse todos los exámenes los médicos le dieron un diagnóstico falso, que tenía celiaquía pero que sólo necesitaba dejar de comer gluten un tiempo. Sin embargo, cuando volvía a comer regresaba el calvario.

Cuando fue bien diagnosticada seguía otra prueba,  aprender a convivir con la enfermedad. Para eso encontró la ayuda de una asociación de celiacos.

“La gente me decía que podía comer al menos un poco, pero si lo hacía luego quería morir del dolor”, explicó Valerín.

Con el paso de los años encuentra cada vez más opciones de productos libres de gluten, pero todavía batalla con la incomprensión de la gente.