POR Luanna Orjuela Murcia | 27 de junio de 2022, 11:31 AM

José Hipólito Ramiro Guadamuz nació el 13 de agosto de 1921. Es un centenario de la Península de Nicoya, Guanacaste, una de las cinco zonas azules que hay en el mundo.

“Yo me siento feliz de la vida. A los 100 años que tengo yo, me voy a morir sin conocer la pereza. A mí no me da pereza para nada hacer oficio”, asegura José Ramiro Guadamuz.

Desde la sabiduría que ha adquirido durante sus 100 años de vida, se permite compartir un mensaje para los jóvenes: “Dejen la vagancia y pónganse a trabajar”.

Cuando tenía 20 años no existían carreteras y podía montar a caballo hasta tres días seguidos.

Durante su larga vida se ha dedicado a la agricultura y a ejercer como sabanero; todavía se mantiene muy activo. Se levanta a las 5 a. m. todos los días, se prepara su café y se desplaza en caballo hasta una finca a siete kilómetros de su casa. En el día a día, se alimenta con sus comidas favoritas: arroz, frijoles, leche y huevos.

“Demasiado ha cambiado, antes no había bicicletas y había menos televisión. No había maquinaria, todo era a puro machete, no había contaminación y ahora todo está contaminado por los insecticidas; ahora todo lo come uno contaminado. La gente a las 8 p. m. estaba acostada, por eso tenían hasta 12 hijos o más”, acotó, entre risas.


Guadamuz tiene siete hijos, 16 nietos y siete bisnietos. 

A su edad, este centenario confiesa que la muerte no es algo que le preocupe: “Yo nunca pienso en eso, que llegue cuando tenga que llegar”. En vez de hablar sobre la muerte, prefiere enfocarse en las cosas que le dan valor a la vida, como el trabajo. "Para mí, el trabajo es como el alimento, ya no hago lo que hacía antes, pero ando sombreando a los muchachos. Si uno llega a viejo y se queda sentado, ahí queda encogido”.

Península de Nicoya: Una de las cinco zonas azules del mundo


Jorge Vindas López, investigador de campo de la Asociación de Península Nicoya Azul, explicó que las zonas azules son aquellos lugares donde la mortalidad es excepcionalmente baja y hay una gran cantidad de personas longevas.

“Algunos posibles factores son la actividad física de las personas. Antes no era tanto por elección, sino por necesidad. Había que moverse siempre; la mujer tenía que ir al río, ordeñar, trabajar en el campo, mientras que los hombres, con machete y hacha en mano, se dedicaban a las labores del campo. Su alimentación era cero procesada, porque casi todo lo que comían lo producían ellos mismos. La red familiar y social también cobra un papel muy importante. Entre estos factores también se menciona la espiritualidad y la fe generalmente fuerte que caracterizan a estas personas, que además viven vidas muy tranquilas y en ambientes muy limpios. También hay que agregar a esta lista el factor genético. Según los investigadores, por estos factores, la gente vive tantos años”, explicó López.

El centenario concuerda con el último punto: su genética. “Es la sangre del Chorotega, uno tiene sangre de indio. En Nicoya, gente blanca no había, ahora ya se cambió la raza porque ya están mezclados, estamos como el gallo pinto”, opinó Guadamuz.

Para más detalles, puede ver el video adjunto.

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