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Autoridades alertan sobre oferta de tours ilegales al Parque Nacional Volcán Poás
La cercanía al cráter incrementa el peligro debido a la emanación constante de material volcánico y piedras.
El Laboratorio de Química de la Atmósfera de la Universidad Nacional de Costa Rica (LQA-UNA) emitió este miércoles una alerta por el nivel “severo” en la calidad del aire de San Luis de Grecia, producto del dióxido de azufre y ceniza que emanado de las recientes erupciones del volcán Poás.
Así se desprende de un informe sobre la información recopilada por el medidor Pollusense OIZOM, al que Teletica.com tuvo acceso. El aparato está colocado en el cantón alajuelense, uno de los más afectados por la actividad del coloso.
"La calidad del aire ha sido variable durante la noche, con valores entre Moderado, Pobre, Muy Pobre y Severo. Esto debido a que se tuvo concentraciones de dióxido de azufre entre 161 microgramos por metro cúbico (µg/m3) hasta 552 µg/m3 (promedio horario). La concentración de material particulado suspendido en el aire (ceniza) tuvo valores entre 119 µg/m3 y 771 µg/m3.
"Entre las 12:00 a. m. y la 1:45 a. m. se presentó una calidad del aire severo, con una alta concentración de dióxido de azufre y de material particulado (ceniza) de diferentes tamaños", se lee en el documento.
Los niveles alcanzados son los más altos posibles, por lo que el aire en el poblado en cuestión no es recomendable para respirar, según el Índice de Calidad del Aire de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (IQA-EPA).
Esto en virtud de eventuales alergias a la población más sensible y hasta para quienes no lo son.
Pero el director del Laboratorio de Química de la Atmósfera, José Pablo Sibaja, añadió que esos niveles pueden provocar vómitos, tos, irritación en los ojos o la piel, entre otros síntomas.
Todo dependerá de la acumulación de los gases y de la exposición que tengan los ciudadanos a estos.
"Para que sea muerte, tiene que llegar a niveles que sean mucho más altos, o sea, siempre serían severos, pero mucho más altos. Podría ser hasta 20 veces más de lo que se recolectó durante la madrugada. Pero una exposición a largo plazo, o por más tiempo, a concentraciones así, podría generar vómitos, irritaciones en la piel, alergias, irritaciones en los ojos, de eso que se siente como unas agujitas en los ojos", detalló Sibaja.
De ahí que los resultados obtenidos fueron debidamente comunicados a la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE), así como la Cruz Roja Costarricense (CRC), para que estos tomen determinaciones.
Asimismo, el científico destacó que se espera que con las precipitaciones pronosticadas para los próximos días funcionen como un agente de limpieza del aire, al solubilizar los gases y arrastrar las cenizas a la superficie.
Si bien esto provocará un efecto de “lluvia ácida”, se espera que mejore la calidad del aire pronto.
El especialista explicó que existen distintas metodologías para medir el flujo de gas, pero destacó que la más confiable ha permitido determinar que, actualmente, alrededor de 5.000 toneladas de dióxido de azufre salen del coloso por día.
Dicha cantidad es “exagerada”, si se compara con las 100 toneladas de gas que emanaba hace un año, cuando el Poás estaba inactivo, según el experto.
Esto a su vez explica la “molestia tan importante” que ha sufrido la población que vive cerca del volcán con su reciente actividad, principalmente aquellos que se encuentran bajo el viento dominante que arrastra la ceniza y el gas.
"Yo digo que es una molestia. Es el gas, que es irritante, es la ceniza, que es desagradable o molesta. Es una molestia real. Pero no genera necesariamente una enfermedad y, mucho menos, muerte. Entonces hay que darle un poquito de perspectiva.
"El volcán está haciendo eso y lo ha hecho en el pasado y, si se recuerdan sus abuelos, tal vez vivieron la crisis del Irazú o la del Poás y sobrevivieron a pesar de algo mucho más intenso. Fueron incomodados, claramente.(...) Realmente no hay que tener miedo de eso", enfatizó Avard.
Asimismo, el experto recordó que recientemente se han reportado plumas de 4,5 kilómetros de altura, las cuales alcanzas diferentes vientos y, consecuentemente, la ceniza y el azufre se dispersa en diferentes direcciones.
Por ejemplo, la de menor altura acaba en Grecia, Sarchí, Río Cuarto, Naranjo o San Ramón; mientras que la de mayor altura va a dar a San Carlos e, incluso, Limón.
Si la altura fuese mayor, puede que incluso la ceniza alcance Nicaragua en cantidades pequeñas, mencionó el vulcanólogo.
El especialista señaló que de momento se desconoce cuánto gas queda a lo interno del coloso, pero dijo creer que es bastante el que resta por escapar.