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Amor que nace del fuego y la necesidad: Doña Chela da trabajo a madres solteras
“Más que un restaurante, es mi casa, es mi cocina. Aquí la gente entra al fogón, toma la comida directamente y revive recuerdos que creía olvidados”, dice con orgullo.
En el corazón de San Francisco de Peñas Blancas, El Burrito, a tan solo 10 minutos de La Fortuna, se encuentra un rincón donde la cocina no es solo alimento, "sino memoria, refugio y motor de cambio", según describen sus dueños.
Se trata de El Fogón de Chela, un espacio que nació en medio de la adversidad y que hoy se ha convertido en símbolo de autenticidad y solidaridad comunitaria.
Una cocina que nace del fuego y la necesidad
Chela Jiménez, su fundadora, recuerda que el proyecto surgió durante la pandemia, cuando perdió su empleo y muchas pertenencias materiales.
“Tenía la necesidad de reconstruir mi casa. Viví mucho tiempo con mi abuela, pero por su enfermedad de demencia ya no podía seguir con ella. Entonces, encender el fogón en el patio y cocinar para muchos se volvió mi refugio”, relató a Teletica.com.
Nació primero como un espacio para ofrecer clases de cocina tradicional costarricense. Sin embargo, en plena pandemia, nadie asistía. Fue entonces cuando decidió abrir las puertas de su propia casa para compartir platillos típicos con quienes quisieran vivir una experiencia distinta. “Más que un restaurante, es mi casa, es mi cocina. Aquí la gente entra al fogón, toma la comida directamente y revive recuerdos que creía olvidados”, dijo con orgullo.
Trabajo digno para madres solteras
Uno de los pilares del fogón es su compromiso con las mujeres de la comunidad, especialmente madres solteras que enfrentan dificultades para acceder a guarderías o empleos con horarios flexibles.
“Ofrecemos trabajo según los tiempos que ellas puedan. Hoy tengo tres mamás solteras fijas en la cocina, y otras que vienen ocasionalmente. En total somos unas cinco o seis, además del jardinero y mi familia: mi esposo y mis dos hijos”, explicó a este medio la madre.
El impacto del fogón va más allá de su pequeño local. Chela compra huevos a una granja orgánica local, vegetales a productores comunitarios e incluso queso al vecino. Las carnes y pollos provienen de empresas certificadas, y los granos de distribuidoras. “Son muchas las familias que se benefician directa o indirectamente de este proyecto”.
Recuerdos que alimentan el alma
Entre las experiencias más conmovedoras, Chela recuerda la visita de una señora de 87 años, llevada por sus hijos para revivir los sabores de su infancia. “Verla llorar por el recuerdo, fue algo que nunca olvidaré. También hemos dado a nuestras colaboradoras momentos que nunca habían vivido: paseos, cenas, obsequios. Detalles que para ellas significan mucho”, comparte emocionada.
El Fogón de Chela abre sus puertas de lunes a domingo, de 8 a.m. a 4 p. m. para desayunos y almuerzos. Además, ofrece clases de cocina típica costarricense a las 6 p. m., abiertas a toda la comunidad. Se puede encontrar en Facebook, Instagram, Waze y Google Maps.
“Aquí somos auténticos. Esto es Chela, y así como estoy aquí, soy siempre. Es un sabor único, el del fogón, el de la comida tradicional que hemos olvidado por hamburguesas y nachos. Los invito a venir, probar y vivir esta experiencia. Además, los precios son muy accesibles”, concluyó emocionada esta madre de familia.
