POR Juan Carlos Zumbado | 26 de septiembre de 2022, 18:30 PM

Felipe Vargas tiene once años y vive en Bello Horizonte de Escazú, desde los seis comenzó a cantar rancheras en la ducha, por lo que doña Suheily Solís, la mamá, decidió apoyarlo.

A “brincos y empujones” los papás le compraron un par de trajes de charro, que usa siempre para los eventos donde se presenta. Eso sí, primero debe estudiar y sacar buenas calificaciones, si no el castigo es no presentarse.

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Felipe nunca ha ido a clases de canto, pero anhela obtener una beca para poder convertirse en un intérprete tan completo como Pedro Fernández, su ídolo, por ello se sabe todas las canciones.

Lo trae en la sangre, pues tres tíos cantan rancheras también, incluso tienen agrupaciones, de ahí la pasión del pequeño.

En el barrio todos lo apoyan, por eso práctica en la plaza de Bello Horizonte frente a los amigos de toda la vida, quienes afirman ser sus mayores y leales seguidores.