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Con botas y guitarra, Don Luis canta al ritmo de la vida en el campo
Desde temprano, este campesino inicia su día con ordeños y canciones. Su historia refleja el alma vibrante de la Costa Rica rural.
Cada mañana en San Vicente de La Suiza, Turrialba, el día comienza con el sonido de la caña al ser bajada, el crujido de la molienda… y el aroma inconfundible del jugo dulce comenzando a hervir.
Así arranca la jornada en el Trapiche Salmerón, donde don Miguel Salmerón y su familia honran un legado que comenzó hace más de siete décadas.
“Esto lo inició mi papá, don Consuelo Salmerón Solano, hace 70 años. Era su forma de sacar adelante a la familia. Hoy nosotros seguimos con esa misma pasión”, relata don Miguel.
Un oficio que no descansa
Aquí, el trabajo es constante. De lunes a sábado, se procesan hasta cinco toneladas de caña al día, lo que permite producir más de 700 tapas de dulce artesanales, elaboradas con paciencia, fuego de leña y manos expertas que conocen cada paso del proceso.
“No usamos máquinas grandes ni procesos industriales. Todo aquí es artesanal. Y eso se nota en el sabor”, afirma Miguel con orgullo.
Más que dulce: historia viva
Lo que sale del trapiche no es solo tapa de dulce o dulce en polvo. Cada producto está impregnado de historia, esfuerzo y tradición.
“Aquí se cocina con respeto al pasado. Con cada lote que hacemos, recordamos a mi papá… y compartimos con los clientes lo que él nos enseñó.”
Entre leña, moldes, humo y manos curtidas por el trabajo, la familia Salmerón continúa una labor que no solo alimenta, sino que conecta generaciones y preserva una forma de vida que resiste al paso del tiempo.
Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada del artículo.