POR Diana Vásquez | 21 de noviembre de 2025, 18:10 PM
En las montañas frías de Santa María de Dota, decir Helberth Chacón es casi un formalismo. Allí todos lo llaman Gebito, un nombre sencillo que encierra una vida entera dedicada a la tierra. Tiene 81 años y una energía que parecería heredada del propio campo, como si cada amanecer lo volviera a estrenar.
Su jornada empieza temprano, cuando la luz apenas despierta los surcos de su milpa. No es una finca grande, pero sí un lugar lleno de sentido. Ahí cultiva lo que come, lo que comparte y lo que reconoce como parte de su historia. Para él, trabajar la tierra no es solo oficio: es una forma de estar en el mundo, un gesto que repite desde hace ocho décadas con la misma paciencia de siempre.
En el pueblo, su figura es sinónimo de constancia. Pocos conocen los ciclos de las siembras con la claridad que tiene él. Los vecinos y familiares llegan con preguntas, y Gebito responde sin prisa, guiado por esa sabiduría que no se aprende en libros, sino bajo el sol y en silencio.
Con su voz tranquila, suele decir que la vida se cultiva igual que la tierra: con paciencia, amor y constancia. Y su historia, humilde y luminosa, confirma esa idea. Porque el verdadero tesoro —al menos para él— no está en la abundancia, sino en la capacidad de sembrar todos los días, esperando siempre lo mejor.
Para conocer esta historia en profundidad, le invitamos a repasar el reportaje completo en el video disponible en la portada del artículo.
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