Cuando tenía apenas 20 años, Blanca Iris Murillo llegó a un pueblo donde el Ministerio de Educación Pública (MEP) le ofreció una plaza en propiedad como maestra: Jicarito de Venado de San Carlos, Alajuela. Ahí se entraba solo por avioneta o en una cabalgata de cuatro horas desde La Fortuna.
El primer año fue "desastroso" para esta vecina de Grecia. Al año siguiente, llegó su jefe, Luis Ángel Pérez, quien en menos de seis meses se convirtió en su amor de toda la vida.
Juntos, durante más de 25 años, fueron los únicos dos maestros de la escuela. Al comienzo, vivían dentro de esta y la amaron con todo su ser, tanto así que nunca se fueron del pueblo y siguieron trabajando por el desarrollo comunal.
Su historia nos enseña, este 14 de febrero, que el amor tiene otras caras: en este caso, el de la comunidad.