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Una mano amiga para los migrantes en San José: la labor solidaria de la Fundación Lloverá
Cada persona que cruza sus puertas recibe un plato de comida caliente, un lugar seguro donde dormir y, sobre todo, un gesto de dignidad.
Mientras la ciudad duerme, don Eduardo Chinchilla, vecino de Hatillo, ya recorre las calles con su bicicleta cargada de periódicos y sueños.
Con 61 años de edad y más de 40 años de experiencia repartiendo La Nación, La Teja y La Extra, es uno de los últimos mensajeros de la madrugada que aún mantienen vivo este oficio tradicional (ver nota completa en el video adjunto).
Su jornada inicia cada día a las 5 a. m., cuando el aire frío acompaña sus primeras pedaladas. En otros tiempos, don Eduardo repartía más de 500 periódicos diarios; hoy, debido a los cambios tecnológicos y a la disminución de la lectura impresa, su carga se ha reducido a unos 100 ejemplares. A pesar de las dificultades, su pasión y compromiso no han disminuido.
Durante su carrera, ha enfrentado momentos duros: ha sufrido el robo de cuatro bicicletas, pero jamás se rindió. Cada pérdida fue una pausa breve antes de volver a levantarse, recuperar una nueva bici y seguir adelante.
Su presencia es parte del paisaje urbano
Don Eduardo no solo reparte periódicos: reparte también valores que hoy parecen escasear, como la perseverancia, la honestidad y la humildad.
En un mundo donde todo parece moverse cada vez más rápido, la historia de don Eduardo Chinchilla es un recordatorio de que los verdaderos héroes no siempre llevan capa; a veces, solo llevan una bicicleta, un fajo de periódicos y un corazón invencible.
Fuerte y valiente, don Eduardo sigue pedaleando contra el tiempo, con la misma dignidad que lo ha acompañado toda su vida.