POR AFP Agencia | 7 de enero de 2015, 2:52 AM

El semanario satírico de izquierda francés Charlie Hebdo, objeto este miércoles de un devastador atentado que dejó 12 fallecidos, reivindicaba su lado provocador y era blanco constante de amenazas desde que en 2006 publicó caricaturas de Mahoma que indignaron al mundo islámico.

Tras la publicación de las controvertidas caricaturas del profeta inicialmente difundidas por la revista danesa Jyllands-Posten, la redacción de Charlie Hebdo vivía asediada.

"Había amenazas permanentes desde la publicación de las caricaturas de Mahoma", dijo el abogado del semanario Richard Malka tras el ataque del miércoles por desconocidos que abrieron fuego con armas automáticas y que costó la vida a varias de las figuras más famosas de la redacción, incluyendo Cabu, Charb, Wolinski y Tignous.

"Hace ocho años que vivíamos bajo amenazas, estábamos protegidos pero no hay nada que se pueda hacer contra unos bárbaros que irrumpen con kalachnikov", agregó el letrado. "Es un semanario que no ha hecho más que defender la libertad de expresión, o simplemente la libertad", agregó.

La última edición de la revista que salió este mismo miércoles incluye en la portada una caricatura del escritor Michel Houellebecq, autor de la polémica novela "Sumisión" publicada el mismo día y que imagina a una Francia islamizada.

"En 2015 pierdo mis dientes, en 2022 ¡Hago el Ramadán", dice la caricatura del escritor en la portada de Charlie Hebdo, cuyos números se agotaron en los quioscos inmediatamente después del atentado que dejó a Francia en estado de conmoción. Otra caricatura hace decir al novelista: "En 2036, el Estado islámico entrará en Europa". 

Tras la difusión en 2011 de un número que se burlaba de la sharia o ley islámica, un atentado con cócteles molotov incendió parte de la sede del semanario en el distrito 11 del este de París.

Amenazas permanentes

A pesar de ello, Charlie Hebdo se mantuvo fiel a su línea de conducta y aseguraba no ser un enemigo del Islam. "Hay provocación como lo hacemos semana tras semana, pero no más contra el Islam que con otros temas", aseguró en 2012 después del atentado incendiario su director de publicación Charb, que murió en el ataque.

Tras el primer atentado de 2011, Charb y otros miembros de la redacción vivían bajo protección policial y su sede era objeto de custodia por la policía francesa.   

"Preveíamos lo peor, y el Ministerio del Interior había evaluado las amenazas a tal nivel que vivíamos bajo protección permanente pero no fue suficiente", dijo el abogado Richard Malka.

La línea inicial era anticlerical y denunciaba el orden burgués, pero buscaba ante todo hacer reír a sus lectores con un humor corrosivo implacable.

El número de 2006 que había reproducido las caricaturas de la prensa danesa había alcanzado un récord de ventas de 400.000 ejemplares. Hasta el día del atentado, el semanario que padecía dificultades financieras, publicaba semanalmente unos 30.000 ejemplares.