POR María Jesús Prada | 4 de noviembre de 2025, 9:48 AM
Reikiavik sorprende por sus paisajes, su arquitectura y los pequeños detalles que esconden grandes historias. En el corazón de la ciudad, un modesto puesto callejero se convirtió en un símbolo nacional.
Se llama Bæjarins Beztu Pylsur y, desde 1937, sirve los perritos calientes más famosos del país, preparados con carne de cordero y una mezcla secreta de salsas que nadie ha logrado igualar. Turistas, locales y celebridades hacen fila para probar lo que muchos consideran un orgullo islandés.
A pocos pasos de allí se levanta el Harpa, una joya de cristal y acero que combina arte, luz y simbolismo. Su fachada de vidrios hexagonales evoca las columnas de lava basáltica que definen el paisaje volcánico del país.
Más que un centro de conciertos, el Harpa representa la resiliencia de Islandia. Su construcción se detuvo durante la crisis financiera del 2008, pero el impulso ciudadano permitió terminarla. Hoy, su reflejo luminoso recuerda cómo el país transformó la adversidad en arte y esperanza.
Un hot dog que conquistó paladares y un edificio que simboliza la fuerza de un pueblo: dos historias que muestran la identidad de un país pequeño en tamaño, pero inmenso en espíritu.
Este viaje forma parte de una serie especial realizada junto a MD Tours para mostrar los paisajes y experiencias que aguardan en Islandia. Muy pronto, durante el Festival de la Luz, dos personas podrán vivir esta misma aventura: se obsequiarán dos boletos para descubrir el país del fuego y el hielo.
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