POR Deutsche Welle | 16 de diciembre de 2025, 11:58 AM
Cuando se mencionan las Bermudas, es fácil pensar de inmediato en el famoso triángulo y en relatos de barcos desaparecidos y fenómenos paranormales. Sin embargo, conviene dejar ese imaginario a un lado. Y es que el verdadero misterio de este archipiélago parece no encontrarse en la superficie, sino bajo el océano: una estructura rocosa que está llevando a los científicos a cuestionar cómo se explican ciertos tipos de islas volcánicas.
Desde hace décadas, las Bermudas representan una rareza geológica. Aunque se trata de un archipiélago de origen volcánico, su relieve submarino conserva una elevación notable en pleno Atlántico Norte, algo poco habitual en regiones donde la actividad volcánica quedó atrás hace tanto tiempo. Esta persistencia del relieve, difícil de encajar en los modelos tradicionales de evolución de islas oceánicas, es una de las razones por las que las Bermudas siguen siendo objeto de debate entre los geólogos.
Una anomalía geológica bajo el océano
Ahora, un nuevo estudio ofrece una posible explicación. Investigadores han identificado bajo la corteza oceánica de las Bermudas una capa de roca de unos 20 kilómetros de espesor, aproximadamente el doble de lo observado en otras islas oceánicas similares. Este hallazgo, publicado recientemente en la revista Geophysical Research Letters, podría aportar una explicación a un enigma que ha desconcertado a los geólogos durante décadas.
"Normalmente, se encuentra el fondo de la corteza oceánica y luego se esperaría encontrar el manto", explicó a Live Science William Frazer, sismólogo de Carnegie Science y autor principal del estudio. "Pero en las Bermudas hay otra capa situada debajo de la corteza, dentro de la placa tectónica sobre la que se asienta el archipiélago", agregó.
De acuerdo con el medio científico, las Bermudas se encuentran sobre lo que los geólogos llaman un "caballón oceánico", una elevación del fondo marino de unos 500 metros. Lo extraño es que esta elevación sigue ahí después de 31 millones de años sin actividad volcánica. En teoría, esta elevación debería haberse reducido de forma notable con el tiempo.
Ondas sísmicas revelan estructura oculta
Para entender por qué esto resulta tan inusual, conviene mirar cómo se explica la formación de la mayoría de las islas volcánicas oceánicas. En muchos casos –como ocurre en Hawái–, estas se asocian a una fuente profunda de calor en el manto que alimenta el vulcanismo y sostiene el relieve del fondo marino. Con el paso del tiempo, el movimiento de las placas tectónicas altera esa configuración: la conexión con la fuente de calor se debilita, el sistema pierde energía y la elevación inicial del fondo oceánico tiende a reducirse gradualmente.
Ese patrón es precisamente el que no parece cumplirse en el caso de las Bermudas.Y aquí es donde entra la misteriosa capa rocosa. Según Frazer y su colega Jeffrey Park, de la Universidad de Yale, esta estructura tiene una densidad aproximadamente 50 kilogramos por metro cúbico menor que el resto del manto superior –alrededor de un 1,5 % menos densa, según datos de IFL Science– lo que le permite flotar dentro del manto y sostener la corteza superior, manteniéndola elevada, como una especie de "balsa gigante" bajo el archipiélago.
Para llegar a este hallazgo, los científicos no perforaron el fondo del océano. En su lugar, analizaron ondas sísmicas generadas por grandes terremotos lejanos y registradas en una estación sísmica de las Bermudas. Al estudiar cómo estas ondas cambiaban de velocidad al atravesar distintas capas rocosas, pudieron observar la estructura del subsuelo hasta unos 50 kilómetros de profundidad.
El análisis mostró la existencia de dos límites internos bien definidos, detectables porque las ondas sísmicas modifican su comportamiento al atravesar materiales con propiedades distintas. Estas discontinuidades delataron la presencia de la capa rocosa anómala, que probablemente se formó hace entre 30 y 35 millones de años, cuando el archipiélago aún era volcánicamente activo. Una de las hipótesis plantea que las últimas erupciones inyectaron material del manto en la corteza, donde se solidificó y dio lugar a esta estructura capaz de mantener elevado el fondo oceánico.
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Conexión con el supercontinente Pangea
Pero la historia no termina ahí. Estudios previos de Sarah Mazza, geóloga del Smith College que no participó en este trabajo, ya habían revelado otra anomalía: las rocas volcánicas de las Bermudas contienen cantidades inusualmente altas de carbono. Todo indica que este carbono procede de grandes profundidades del manto y que habría sido arrastrado allí durante la formación del supercontinente Pangea, hace entre 900 y 300 millones de años.
"El hecho de que nos encontremos en una zona que anteriormente fue el corazón del último supercontinente es, en mi opinión, parte de la razón por la que este lugar es único", explicó Mazza a Live Science. El Atlántico, mucho más joven que el Pacífico o el Índico, podría ofrecer así un contexto geológico distinto, capaz de explicar por qué las Bermudas no se comportan como otras islas volcánicas.
Las Bermudas no solo carecen de una pluma del manto activa y de vulcanismo reciente, sino que tampoco muestran el flujo de calor elevado típico de otras islas volcánicas. Los intentos anteriores de explicar estas peculiaridades –desde plumas térmicas débiles hasta erupciones intermitentes– no han encajado bien con las evidencias.
Ahora, Frazer está examinando otras islas alrededor del mundo para determinar si la capa descubierta bajo las Bermudas es verdaderamente única o si existen estructuras similares en otros lugares.
"Comprender un lugar como Bermudas, que es un lugar extremo, es importante para comprender lugares menos extremos", señaló Frazer. "Nos da una idea de cuáles son los procesos más normales que ocurren en la Tierra y cuáles son los procesos más extremos", agrega.
Así que la próxima vez que escuches sobre el Triángulo de las Bermudas, recuerda que el auténtico misterio nunca tuvo que ver con barcos ni brújulas, sino con una capa de roca de unos 20 kilómetros de espesor, oculta bajo la corteza oceánica, que desafía los modelos clásicos de la geología.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de Geophysical Research Letters, Love Science e IFL Science.