POR Mariana Barboza | 12 de abril de 2020, 16:08 PM

La misa del Domingo de Resurrección se realizó en la Basílica de San Pedro.

Como todas las actividades de esta Semana Santa fue a puerta cerrada y con pocos participantes: entre el coro, religiosas, sacerdotes y otros fieles. Todos guardaron la distancia necesaria.

El papa Francisco presidió la celebración de la eucaristía que recuerda la resurrección de Cristo.

No hubo homilía... Al final de la misa el papa dio su mensaje Urbi et Orbi, que significa:

Mensaje a la ciudad y al mundo.

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz pascua!

Hoy resuena en todo el mundo el anuncio de la iglesia: “¡Jesucristo ha resucitado! ¡verdaderamente ha resucitado!”.

Luego dijo que en medio de la buena noticia debe haber un contagio de esperanza.

Es el contagio de la esperanza: «¡resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas.

También se refirió a los tiempos difíciles que pasamos.

“Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia.

“Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas.

“Este no es tiempo de la división. Que cristo, nuestra paz, ilumine a quienes tienen responsabilidades en los conflictos.

Este no es tiempo del olvido. Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas.

“Queridos hermanos y hermanas:

“Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras pareciera que prevalecen cuando en nosotros triunfa el miedo y la muerte; es decir, cuando no dejamos que sea el señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso”.

Luego de su mensaje Urbi et Orbi el papa Francisco dio su bendición final.