POR Sergio Arce | 6 de diciembre de 2016, 5:55 AM

Llegó diciembre y el clima comienza a mostrar signos de mejoría, no así el clima emocional de muchas personas que se sienten abrumadas por el llamado 'efecto Buki'.

Para quienes no lo saben este 'efecto Buki' remite a la canción Navidad sin ti que el extinto grupo mexicano Los Bukis -liderado por Marco Antonio Solís- hizo famoso con el siguiente estribillo:

"Llega Navidad y yo sin ti, en esta soledad... recuerdo el dia en que te perdí".
"No se en donde estés, pero en verdad, por tu felicidad... hoy brindo en esta Navidad".

Me llama la atención saber de una gran cantidad de personas -entre ellas amistades- que suelen mostrar signos de nostalgia por no estar con alguien y no poder comerse el tamalito al lado de alguien especial.

Otras amistades gritan a los cuatro vientos -principalmente en sus redes sociales- que son felices en su soltería y que no necesitan a alguien a su lado, pero en conversaciones en privado exhalan un profundo deseo de no pasar solas en estos días.

Confieso que este 'efecto Buki' es más extendido y arraigado de lo que yo creía, sin importar la edad, aunque lo veo con especial fuerza entre los que superan los 30 y 40 años (hablo a partir de mi entorno).

No soy psicólogo como para dar una explicación a este fenómeno -cada caso es particular y sería irrespetuoso opinar sobre las emociones de cada persona-, pero en mi humilde opinión puedo decirles, a partir de mi experiencia, que no hay nada mejor que:

1. Sentirse bien uno con uno mismo, que nuestra felicidad no dependa de estar con alguien más. Si alguien llega, bienvenido o bienvenida y ojalá que aporte en nuestro crecimiento y no que reste, pero que no se convierta en el centro de nuestro mundo.

2. Rodearse de gente (amigos, familia) que nos aporte risas, abrazos, un consejo, un jalón de orejas, un café, una comida sabrosa, una caminata con los perros (o sin perros), un paseo a la playa o a la montaña o hasta un viaje en grupo.

3. No darle tanta cabeza a nuestro estado civil en estos tiempos de tamal, luces multicolores, olor a ciprés y compras desmedidas. Mejor centrémonos en vivir cada día con esmero, pasión y gratitud.

Una amiga -Ana María- me dijo una vez hace muchos años: 'Dios no es egoísta como para mandar el mundo a la gente sin saber lo que es el amor'. Por mucho tiempo pensé que ese amor se refería al hecho de esta estar emparejado.

Pero con los años y mis canas he aprendido a que ese amor es más amplio, menos egoísta y más desprendido: es sentirse bien con uno mismo y alegrarse por el bien de los demás; en prodigar cariño a tu gente y hacerla feliz sin necesidad de gritar a los cuatro vientos que no necesito a alguien a mi lado para comerme un tamalito.

Así que sirva esa reflexión para que no nos arrugemos si estamos o no con alguien en estos días o en cualquier otro momento el año. Disfrútelos y si, por alguna extraña razón, escucha a Marco Antonio Solís cantar Navidad sin ti pues rájese y cántela a grito pelado.

Mi consejo: no se tome la letra tan a pecho, pero si por alguna razón tiene un significado especial, entonces piense que usted es la única persona que puede hacerse feliz, nadie más.