POR Miguel Gutiérrez-Saxe | 11 de marzo de 2015, 4:43 AM

Igualdad y equidad de género. Sí, pura vida. 

En cerca de 30 años, los avances han sido muy sustanciales:

· El país cuenta con legislación nacional específica y moderna en materia de igualdad y equidad de género; ha ratificado tratados, convenciones y convenios internacionales en la materia. Se tiene institucionalidad central, especializada y local.

· Se tienen diagnósticos y una política nacional para la equidad e igualdad de género, la que se ha plasmado en planes de acción. 

· La participación legislativa solo es comparable con países con amplia tradición electoral de la mujer.

· Sea cual sea el nivel educativo, las mujeres alcanzan mayores coberturas y mejores resultados, y se gradúan en menos tiempo que el hombre. 

· La mortalidad materna se ha reducido y la atención prenatal y de parto ha mejorado, como países de mayor desarrollo. 

· La esperanza de vida ha crecido a favor de la mujer. 

No tan pura vida pues persisten desigualdades e inequidades de importancia:

· La tasa de participación laboral de la mujer es baja y ha crecido lentamente. Esto muestra que el reconocimiento y remuneración al trabajo femenino tiene un gran rezago. 

· La tasa de desempleo es muy superior. 

· El cuido de menores, personas con discapacidad y adultos mayores es enfrentado en una proporción mucho mayor por las mujeres, originando una segunda jornada.

· En cualquier ocupación y con cualquier nivel educativo de las personas, las mujeres tienen remuneraciones mucho menores. 

· Hay  barreras al acceso a ciertas áreas y carreras universitarias para las mujeres.

· Una proporción mayor de mujeres que tienen empleo reconocido y remunerado están en el sector informal; tienen empleos de baja calidad.

· La proporción de hogares en condición de pobreza cuyo jefe es una mujer es significativamente mayor.

· El país reconoció tardíamente los derechos electorales a la mujer (1949).

· La participación política de las mujeres en puestos de elección no es equitativa.

· Las denuncias de violencia de género han crecido, no así la efectividad de los mecanismos de prevención y protección, tampoco las sanciones. 

Así es que, si queremos un pura vida, debemos superar las desigualdades mediante políticas públicas eficaces y cambios culturales de fondo.