POR Miguel Gutiérrez-Saxe | 10 de agosto de 2016, 4:51 AM

El seguimiento del desarrollo nacional, en estos años, permite  constatar importantes avances históricos y también identificar y señalar desafíos elementales que comprometen el desarrollo humano sostenible de Costa Rica.

Según documenta el Índice de Progreso Social (IPS), algunos países pueden experimentar niveles similares de progreso social y niveles diferentes (superiores o inferiores) de Producto Interno Bruto. Tal es el caso de Costa Rica. Según los datos de este índice, nuestro país logra un IPS de 77,58 con un PIB per cápita de tan sólo USD 13.431, superando a Italia y Corea del Sur que tienen un PIB per cápita casi tres veces mayor(US$ 34.167 y US$ 32.708). Pues bien, esto se debe a los logros históricos en inversión en la gente y ciertas fortalezas institucionales que han permitido el progreso social. En lo general el panorama pinta bien. Pero para algunos –no pocos- pinta mal y con poca esperanza, aunque sí tiene políticas públicas que les llegan.

No obstante, las fórmulas exitosas que ayer si bien nos permitieron avanzar, ya no son suficientes.

Un desafío elemental se refiere a la pobreza, según ingresos, o línea de pobreza.  Se había logrado históricamente  reducir la pobreza: en 1961, fecha de la primera medición según ingresos, la mitad de la población estaba en esa condición; ese es el promedio actual en Centroamérica. Luego vino una reducción sistemática de la pobreza, al llegar a fines de los años setentas a alrededor de 30%. Después una crisis (1980-1981) nos devolvió veinte años.   Un largo camino se recorrió para llegar a un piso de alrededor de un 20% de pobreza según ingreso, allá avanzados los años noventas. Pero llevamos más de dos décadas con un 20% de hogares en condición de pobreza según ingreso.  Estamos frenados en esto. Tampoco hemos alejado a los no pobres de la pobreza de tal forma que continúan siendo vulnerables (con una reducción de su ingresos, cosa que sucede, caerían por debajo de la línea de pobreza).

Varios factores contribuyen a este estancamiento: no logramos como país generar suficientes oportunidades educativas, ni académicas ni técnicas, y de inserción laboral a empleo decente.   

Arrastramos problemas del pasado como la crecida generación que tenía que  ingresar a secundaria en los años  ochentas y no pudo pues se encontró con una sistema educativo que no generó los espacios necesarios. Un millón se quedaron sin concluir secundaria, en esos años. Pero por otro lado, todavía  no logramos los niveles de inclusión en secundaria, ni oportunidades para la formación de técnicos medios suficientes. La economía excluyente es el otro factor según vimos la semana pasada.

Entonces, ¿para qué sirve la política social? Para mucho, aunque no modifique los ingresos monetarios de los hogares, ni saque de la pobreza según ingresos. Pero esto lo dejamos para el próximo.