POR Sergio Arce | 12 de abril de 2016, 5:24 AM

El caso del señor a quien le extrajeron una yuca en el Calderón Guardia requiere de una amplia reflexión sobre el derecho de los pacientes a la privacidad.

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Aquí es claro que al señor -a quien alguien sin escrúpulos lo grabó en la sala de cirugía y cuyo video corrió con fuerza en WhatsApp y YouTube- se le violentó su más elemental derecho a la privacidad.

El señor no acudió allí para que hicieran mofa con su dolencia; no acudió allí para ser el hazmerrír del personal de salud ni mucho menos de un amplísimo sector de la sociedad.

Él acudió allí para que lo ayudaran, más allá de las consideraciones sexuales, morales y hasta psicológicas que, posiblemente, muchos de ustedes han hecho sobre este caso.

Es muy simple: el paciente necesitaba atención inmediata sin sentirse expuesto, sin sentirse ridiculizado.  Esa persona tiene derecho a recuperarse en paz, en tranquilidad.

Se los pongo más fácil: ¿qué tal si en lugar de ese señor hubiese sido un familiar o amistad de ustedes? Quítele el morbo del hecho; es un tema de sentido de humanidad: ¿por qué alguien debe enterarse que su caso es cosa pública? Me parece nefasto.

Confío en que las autoridades de la Caja del Seguro Social no cejarán en su empeño de sentar las responsabilidades del caso.

Y al paciente -una vez salga de este trance- espero que siente un precedente y acuda a las instancias judiciales para que denuncie lo ocurrido. La justicia castiga con penas de cárcel de entre uno a seis años en caso de la persona que grabó el video sea hallada culpable.