POR | 28 de mayo de 2023, 11:32 AM

Por Luis Zamora y Julián Blanco. 

Cinco finales consecutivas, tres títulos al hilo y un estado de forma maravilloso; ese escenario era el que tenía que superar PFC Pelicans para vencer a Escazú y convertirse en campeón del baloncesto nacional. Al final, a los debutantes solo les hicieron falta dos juegos.

Tras su victoria de visitante el pasado miércoles, los puntarenenses entraron con todo a un gimnasio que se desbordaba en apoyo. 

"En esos momentos las palabras sobran, yo podía ver las miradas de mis compañeros. Estábamos listos", comentó David Shedden, capitán porteño.

El partido fue tan intenso dentro como fuera de la cancha y ya desde el inicio tuvo el primer contratiempo: Justin Pierce (15 puntos, 7 rebotes) y Kay Martínez (10 puntos, 4 rebotes) se encararon frente a frente al punto que se debió parar el juego. Sería la tónica entre ambos toda la noche.

Aun así, los Pelicans se sobrepusieron de la mano de David (10 puntos) y Daniel Shedden (17 puntos, 8 rebotes), con un primer cuarto que cerró 20-15.

El segundo parcial tuvo de todo. Escazú empató tras solo dos minutos y obligó al técnico porteño, Rodolfo Fonseca, a pedir el primer tiempo fuera. El juego se mantuvo reñido, pero el capitán escazuceño, Gabriel Quesada Moya (16 puntos, 10 rebotes), ya era figura.

PFC Pelicans ante Escazú

Lastimosamente, no todo fue bueno. A falta de 35 segundos, Moya recibió una falta de Daniel Rodríguez (2 puntos, 6 rebotes) y lanzó el balón con fuerza contra el suelo. Los porteños reclamaron la falta técnica hasta que, de la nada, aparecieron los forcejeos entre Nicolás Marín y Rodolfo Fonseca.

Los jugadores tuvieron que separarlos, los árbitros anunciaron un tiempo muerto y los jugadores de Escazú le aplaudieron a una afición volcada en su contra. El resultado: expulsión para ambos entrenadores y la primera mitad que culminó 33-31 para los locales.

La segunda tuvo tintes de juego 3. Escazú recurrió a los triples, poco efectivos en el ámbito general, pero muy valiosos en ese momento del partido.

La diferencia llegó a ser de 11 puntos, pero Puntarenas encontró vida en los últimos dos minutos para recortar la diferencia (46-51).

La afición se encendía para alentar a su equipo. Cornetas, palmas, tambores y trompetas. “El Horno” estaba decidido a conseguir la hazaña y de pronto lo que falló Puntarenas en el tercer cuarto, lo empezó a fallar Escazú en el último.

Isaac Conejo (8 puntos, 7 rebotes, 8 asistencias) se emparejó personalmente con Daniel Shedden, ambos buscando apagarse entre sí. Lo consiguieron. Y entonces, con ambas figuras anuladas, Moya y Pierce se adueñaron del cierre.

El estadounidense remontó el marcador y anotó cuatro tiros libres que ponían el 63-60 a falta de 35 segundos. La afición coreaba: "Ahí, ahí está el campeón". Todo era fiesta hasta que, a nueve segundos de celebrar, Moya silenció el gimnasio. Un triple espectacular, con falta incluida, pasó a darle el 63-64 a Escazú.

A Moya le cayó una botella desde la gradería, la abrió y la bebió frente a todos. En ese momento, era el jefe del partido.

Pero para el MVP de estas finales quedaba tiempo.Justin Pierce, tal cual lo hizo en el juego 1, apareció en el momento justo.

Recibió tras un tiempo fuera, se coló entre dos y encestó la última canasta (65-64). Escazú tuvo una más, pero ya no había tiempo.

PFC Pelicans ante Escazú

Puntarenas se coronó en una de las noches más inolvidables del baloncesto nacional y apenas en su primer año en la liga.