Por Rodolfo González |2 de septiembre de 2017, 9:34 AM

(Seúl/Corea del Sur) Yo no sé ustedes pero a mí me cuesta un mundo bajar de peso. Día y noche luchó contra mis 90 kilos y casi siempre pierdo.  Sin embargo, durante esta semana la cocina coreana me ha dado un empujoncito hacia el lado correcto.

Desde que comencé a comer aquí, el único platillo cuyo nombre he podido pronunciar es el Kimchi, una especie de repollo con salsa picante, poco familiar para un latino, al igual que el resto de la comida, sumamente saludable por cierto.

Todo es hervido o a la parrilla. Abundan los vegetales y la bebida obligatoria no es una gaseosa ni un fresco lleno de azúcar, es simplemente agua.

En mi vida como periodista he visitado decenas de países, pero esta es la primera vez que mi estómago no lo reciente.

Cada vez que puedo consulto con la Internet que platillo es el que tengo enfrente. Fue así como  encontré algo acerca del famoso kimchi. Publicaciones como New York Times lo han calificado como uno de los alimentos más saludables del mundo, al nivel del aceite de oliva español o la soya japonesa. Más o menos cada 100 gramos de kimchi tienen menos de 38 calorías y es rico en nutrientes.

Pese a que es una sociedad oriental muy occidentalizada, sólo he visto un par de restaurantes de comida rápida. Tal vez es por eso  que en una semana no me he cruzado con una persona a la que pueda considerar obesa, algo verdaderamente frustrante para nosotros los que cargamos con 90 kilos como empaque del alma.

Mucho agradecería mi cuerpo estar acá por lo menos tres meses, o al menos replicar en Costa Rica lo que hacen los coreanos: comer con la cabeza.