24 de agosto de 2021, 9:00 AM

Bernal Fonseca / Empresario, comunicador y productor de televisión 

Demos por hecho lo que ya sabemos, todo cambió y lo seguirá haciendo. Los modelos de trabajo al estilo de los años 80 que buscábamos mantener en una época digital, perdieron su valor frente al momento provocado por la pandemia en el que una gran parte de la fuerza laboral migró a sus casas, cafeterías o coworkings.

Según la firma PricewaterhouseCoopers (PwC) en su encuesta “Esperanzas y miedos 2021” el 72% de los encuestados desean un modelo de trabajo híbrido, es decir, una combinación entre ir a la oficina y quedarse en sus casas.

De dónde venimos. Crecemos en un sistema educativo donde todo debe ser aprobado o desaprobado por una persona en el aula, inclusive salir de ese espacio es señal de que se desea perder el tiempo y no cumplir con las tareas solicitadas. Cuando aparecen personas que cumplen con esas teorías, se siembra una desconfianza generalizada y perpetuada en el tiempo que provoca liderazgos (docentes en ese momento) incapaces de transformar su percepción.

Desde las primeras experiencias educativas nos damos cuenta que no todos los puestos de trabajo se adaptan a un esquema remoto; al igual que no todas las personas tienen las habilidades para hacerlo.

Dónde estamos. La rutina de una persona trabajando fuera de su oficina puede ser tan variable como estar desde su casa, levantarse, hacer el café, almorzar, reuniones por la tarde y finalizar el día; hasta irse una mañana a una cafetería, al mediodía salir a caminar hacia su próximo destino y acabar la jornada con un libro en su mano.

Contar con autonomía diaria eleva los niveles de competitividad y productividad, al mismo tiempo, permite un estilo de vida que promueve el balance vida-trabajo, sin embargo, lleva a un momento en el que no hacer ese “cambio de ambiente” provoca sobrecargas de trabajo y el no diferenciar lo laboral de lo familiar. Es darse cuenta que en el mismo sitio que duermo y paso mi tiempo libre, ahora trabajo.

Hacia dónde vamos. La educación crea cultura, la cultura ideologías y la mezcla de cultura e ideologías comportamientos. Quizá no nos habíamos percatado, pero el deseo de trabajar fuera de la oficina era un secreto a voces opacado por estereotipos formativos, liderazgos deficientes y puestos de trabajo para los que no se había pensado su adaptación.

El retorno a las oficinas también es necesario; es el lugar en el que se crea la cultura de una organización, se toman decisiones claves en el negocio y se construyen vínculos profesionales que se mantienen a lo largo de la vida.

La nueva era que vivimos ha dejado en firme la capacidad humana de adaptarse y evolucionar, pero no podemos dejar de lado lo que está a la vuelta de la esquina: trabajos 100% digitales, oficinas descentralizadas sin estaciones de trabajo fijas, espacios comunes de co-creación.

Necesitamos habilidades para autogestionar la productividad apoyadas desde cualquier etapa educativa, liderazgos facilitadores en vez de tímidos o totalitarios y un mundo abierto a mezclar lo que conocía con lo aprendido.

Sigamos creando criterio en conjunto y recuerden que si desean compartir conmigo sus puntos de vista pueden hacerlo al correo [email protected] o a través de mi perfil en LinkedIn

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