5 de julio de 2021, 16:00 PM

Dr. Alexander López 

Entrando en la segunda década del Siglo XXI, y en el marco del Bicentenario que conmemora la región, es cada vez más evidente que el desarrollo se encuentra inexorablemente vinculado al proceso de gestión del conocimiento, es decir, cómo lo generamos y lo aplicamos. La generación de conocimiento no ocurre en el vacío, es un proceso que requiere investigación, pero a su vez, los debidos marcos institucionales para impulsarla, y un recurso humano capacitado para llevar adelante tal empresa.

Mucho de este esfuerzo se resume en la ecuación (I+D), que de acuerdo con la OECD (2020) abarca tres actividades: investigación básica, investigación aplicada y desarrollo experimental. Por tanto, es necesario reiterar que la investigación y el desarrollo (I+D) facilitan el trabajo en escenarios abiertos a la creación, desde los que interesa generar un aumento sistemático de conocimientos y, a partir de estos, la innovación. Un primer indicador que se puede usar para analizar cómo está la región centroamericana, es el gasto público para la investigación y el desarrollo (I+D), es importante mencionar que este corresponde a la inversión direccionada al trabajo creativo, realizado sistemáticamente por los Estados para aumentar el conocimiento con el propósito de promover la mejora continua de la competitividad y la productividad.

Según el clasificador global denominado The Global Economy, los cinco países que en los últimos años reportaron un valor más alto en el gasto orientado a la investigación y el desarrollo, derivado del PIB, fueron Israel (4.95%), Corea del Sur (4.81%), Suecia (3.34%), Japón (3.26%) y Austria (3.17%). Para el año 2018, Costa Rica ocupó el primer lugar en la región centroamericana, cuando registró el 0,42% de su PIB destinado a fines asociados a I+D. El segundo lugar fue ocupado por El Salvador con el 0,18%, en el tercer puesto se encontraba Panamá con el 0,15%. Es oportuno mencionar que, el promedio mundial del gasto en I+D para el año 2018, fue del 1,17% del PIB. Por tanto, los países de la región centroamericana se encuentran en una situación considerable de rezago en cuanto a este tipo de inversión.

Un segundo indicador que pudiéramos analizar es la cantidad de investigadores, usando datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2020), la cantidad de investigadores por millón de habitantes en la región es muy baja. Así, comparando, Argentina registró en 2017, 1.192 investigadores, Chile 493, y Uruguay, 696 por cada millón de habitantes. El país centroamericano con mejor registro fue Costa Rica con 380 investigadores por millón de habitantes. La limitación del recurso en el área de la investigación lo es también en la producción de nuevos conocimientos, así como en la eficiencia y la eficacia del Estado para el diseño e implementación de estrategias que favorezcan la innovación y la generación de valor público.

En tercer lugar, si usamos los tanques de pensamiento como estructuras institucionales para la promoción de la investigación y del desarrollo, de nuevo notaremos que la región centroamericana está lejos de tener un role relevante. En el reporte 2020 Go To Think Tank que permite conocer la cantidad de tanques de pensamiento a nivel global se evidencia la polarización global, ya que Asia, Europa y Norteamérica lideran la tabla con la mayor cantidad de tanques, mientras que América Central, Suramérica, África Sub-Sahariana, Oriente Medio y África del Norte se ubican en la segunda mitad de la tabla. Conviene destacar la tendencia marcada por Asia, ya que en el año 2017 ocupaba el tercer lugar en la tabla y para el 2020 logró incrementar en un 102.21% la cantidad de tanques de pensamiento, superando a Europa y América del Norte. En este reporte se indica cómo Centroamérica, solo supera al África Subsahariana en cuanto al número de tanques de pensamiento.

Al realizar una valoración comparativa de los datos señalados, queda claro que existe una brecha creciente en materia de I+D en la región centroamericana, esta brecha tiene tres componentes específicos: a) la formación de investigadores en campos específicos para generar nuevos conocimientos, b) la inversión pública para incrementar y mejorar la investigación básica, la investigación aplicada y el desarrollo experimental y c) la capacidad para crear, sostener y aprovechar los aportes de los tanques de pensamiento para la comprensión y atención de fenómenos presentes en cada sociedad.

En el marco del Bicentenario, las sociedades centroamericanas deberán no solo celebrar el pasado, sino más bien pensar el futuro como la fórmula indispensable para trascender y alcanzar un nuevo estadio de desarrollo. Esta fórmula se resume de la siguiente manera: Investigadores + investigaciones + aplicación de resultados = innovación y desarrollo (I + I + A = ID). Es suma, solo y solo si invertimos en investigación podremos como región tener una inserción inteligente y competitiva en el escenario internacional, esta es la manera de generar desarrollo, aunque lamentablemente pareciera que los marcos institucionales estatales y regionales no favorecen esta línea de política pública y los tomadores de decisiones tienen otra opinión.  

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