Por José Fernando Araya |20 de junio de 2019, 15:27 PM

La Sele tiene doble personalidad, como si del doctor Jekyll y el señor Hyde, aquella británica obra literaria, se tratara.

Para actualizarlo al estilo “millennial”, bien podríamos estar hablando de Hulk y Bruce Banner.

Por un lado, naufraga y muestra su peor cara, una versión barata y pobre de la Tricolor. Sin Bryan Ruiz, a Costa Rica le cuesta mucho generar juego, incluso aparecer. El capitán es el sinónimo de personalidad en La Sele.

Con él capitán dentro, la cosa cambia. La Nacional saca pecho, se envalentona y domina a placer el partido. La Sele resucita y aparece su mejor versión.

Sufrir ante el 189 del mundo.

A Bryan Ruiz el fútbol nacional le debe mucho. Su carrera es impecable y es uno de los mejores jugadores ticos de todos los tiempos.

Pero más que alegrarnos de depender de él, la Selección debería de preocuparse, de ser más crítica, pues estamos dejando que todo el fútbol de creación pase por un futbolista que no ha tenido regularidad alguna en el 2019. Pero la realidad es esa.

Precisamente eso quiere impulsar Gustavo Matosas con Elías Aguilar.

Piropeado por el estratega charrúa, Aguilar es el llamado a tomar la batuta en el centro del campo y a veces lo hace bien, en otras, como ante Bermudas, le cuesta mucho, desaparece.

Con Aguilar disminuido, el calor y la humedad haciendo mella en los futbolistas y un Campbell no tan fino, La Sele presenta pocas ideas, poco volumen de juego.

De ahí que comenzó a sufrir en los primeros minutos y apenas contó con opciones, como un leve despeje defensivo que por poco se cuela como autogol en contra de Bermudas, es decir, prácticamente nada.

Más bien la figura de Leonel Moreira comenzó a tener más peso y salvó en dos ocasiones a la Tricolor. Se sufría ante la 189 del mundo según el último ranking FIFA, ante una selección que su principal logro fue clasificar a esta Copa Oro, uno de los torneos más mediocres del mundo.

Por dicha, Mayron George se encontró el gol en un entreveró en el área. Un gol de mejenga de barrio que al final solo llegó a impulsar en el área chica entre el bosque de piernas.

Era el 1-0 al 29’ y el adiós a la maldición de los delanteros que no anotan en la era de Matosas, el técnico que afirmó ser completamente ofensivo.

El festejo de George no fue para menos, pues era su debut en las redes de la Mayor, no obstante, poco lo impulsó a hacer más en el partido y a partir de ahí, con su tarea cumplida, desapareció. Incluso al final se comió una opción increíble que fue a dar al horizontal.

Para la complementaria, Matosas hizo ingresar a Ruiz por un Jonathan McDonald que fue un fantasma en el ataque tico.

El binomio Ruiz-Aguilar de inmediato se tradujo en mayor posesión de la pelota. Con el control llegó la calma.

Pero aún nos sigue faltando ese punch, la pegada final para crear opciones claras a gol.

Elías Aguilar remató cruzado, al estilo puntazo y puso el 2-0 al 53’ que hizo creer que el partido se acomodaba más, pero no fue así y más bien los caribeños acortaron distancias con un penal transformado cinco minutos después por Nahki Wells tras una falta muy evidente de Celso Borges en el área.

La Bryandependencia quedó más en evidencia en la caliente Frisco, Texas.

El capitán dirige el barco y en solo 45 minutos cambió la imagen de la Tricolor en el mediocampo, en un triunfo en el que verdaderamente se esperaba más y que para muchos sectores no gustó.

La Sele clasifica a cuartos de final del certamen junto a Haití que a tempranas horas derrotó a Nicaragua.

Ambos se enfrentarán el lunes para definir el líder del grupo B y el que no enfrentará a México, rival a evitar en la siguiente ronda.

Ojo que la fórmula de Ruiz bien puede alcanzar para amedrentar a rivales “débiles” como Nicaragua y Bermudas, habrá que ver si alcanza ante los grandes de la Concacaf.