Por José Fernando Araya |25 de septiembre de 2020, 16:21 PM

Atrapado por la pandemia de covid-19, obligado a sortear las pocas entradas permitidas y sometido a una meteorología fresca, húmeda y lluviosa. A 48 horas de su arranque, el excepcional Roland Garros del otoño parisino se ha convertido en un rompecabezas.

Solo 1.000 personas.

"Norma impuesta", "disminución molesta": Leyendo las palabras elegidas por la Federación Francesa de Tenis (FFT) se comprende que el último golpe dado por el gobierno al máximo de espectadores, reducidos a 1.000 sin contar el personal acreditado, ha sido un jarro de agua fría para la organización, que hasta hace unas semanas pensaba acoger a 20.000 personas al día.

La FFT "lamenta profundamente esta nueva limitación", señaló este viernes, después de que el primer ministro francés Jean Castex confirmara el tercer descenso de público en menos de tres semanas (de 20.000 a 11.500, luego 5.000 y finalmente 1.000).

"Cinco mil espectadores (al día) en el estadio era para nosotros ya lo mínimo", señaló el presidente de la FFT Bernard Giudicelli en rueda de prensa.

Preguntado por el impacto económico de esta situación, señaló que están "cifrándolo, pero será de decenas de millones de euros que se han esfumado", señaló el director general de marketing y desarrollo económico de la FFT Stéphane Morel.

Sorteo para elegir espectadores.

Frente a la urgencia a 48 horas del comienzo y "para garantizar una cierta equidad", la organización ha recurrido a un sorteo para determinar los afortunados que tienen derecho a una entrada y los que serán privados de entrar en el último momento.

En detalle, serán 750 personas de público general las que asistan cada día al torneo, precisó la FFT.

Las otras 250 plazas irán a "invitados de patrocinadores, en un número muy reducido" (200) y "representantes políticos y personalidades que deben acceder al estadio" (50), detalló.

Si hay una buena noticia para los espectadores, es que podrán sentarse donde quieran en el estadio, siempre que respeten las normas de distancia física habituales actualmente.

Lluvia y frío.

Como si todas las restricciones ligadas a la pandemia y el recrudecimiento de la misma en Francia no fuera suficiente, la meteorología se antoja complicada en la quincena parisina.

Mantas en los cambios de servicio, jugadoras con pantalón largo y mangas, toallas cubriendo las piernas para guardar el calor e incluso Garbiñe Muguruza con un chubasquero durante su rueda de prensa de este viernes: tras varias semanas de prórroga veraniega inesperada, el otoño parisino explotó justo para el arranque del torneo.

"Estamos a nueve grados, para jugar un torneo outdoor es una situación límite, lloviendo cada día, con frío y viento", estimó este viernes Rafa Nadal, que buscará un decimotercer título en la arcilla parisina.

A las 15h00 (13h00 GMT) una tormenta de lluvia y granizo interrumpió este viernes la clasificación durante unas dos horas, con el termómetro marcando 14 grados.

"Me gusta este torneo. Me gusta este sitio, pero hace demasiado frío, para ser honesta. Espero acostumbrarme a estas condiciones", señaló la primera cabeza de serie y ganadora en 2018 Simona Halep.

Más optimista se mostró Muguruza, vencedora en 2016: "Organizar un Grand Slam en estas condiciones ya es fantástico. En las fechas habituales también podemos tener lluvia, no me preocupa demasiado este tiempo".

Para el domingo, en el que arrancan los cuadros principales, se avecina lluvia y ráfagas de viento de hasta 60 km/h.

El nuevo techo retráctil de la Philippe Chatrier evitará la parálisis total. Pero quedarán todas las otras pistas expuestas a la lluvia...