Sueño de Navidad: Adultos mayores tienen que pedir el baño prestado a sus vecinos

Una pareja llegó a su vejez con el enorme pesar de no tener casa propia. El humilde lugar donde viven no tiene servicio sanitario, por lo que deben ir donde los vecinos para hacer sus necesidades.

“Sueño de Navidad” lo lleva, este martes, hasta el recién creado cantón número 84 de Costa Rica, Puerto Jiménez, en la Zona Sur del país.

La vivienda de Ramón Madrigal, de 73 años, y Ana García, de 66, ha logrado sobrevivir a los años y la lluvia. Esta pareja, que tiene 50 años de estar junta, comparte su vida y su amor en una casa que no les pertenece y que no cumple las condiciones mínimas para vivir.

Madrigal trabajaba en fincas: era, como se dice popularmente, un “vaquero”; pero hace 16 años sufrió un grave accidente que le dañó la espalda. 

“Yo toda la vida he trabajado apenas para comer, pero siempre he soñado con tener una casita buena”, reconoció.

Además, padece una hernia estomacal, es hipertenso y diabético. Por estas razones, ahora no puede trabajar: el ingreso de la pareja es una pensión de ¢130.000. Con eso, a duras penas cubren las necesidades básicas.

“Arroz, azúcar, frijoles, el jaboncito para bañarnos y Dios provee lo que viene de más”, detalló doña Ana.

Casa en mal estado

Básicamente, la vivienda son cuatro paredes y una pila. Cuando llueve, el agua se apodera del espacio y hace de las suyas. En esos días de gran temor, las horas se hacen eternas.

Sus pertenencias se resumen en un viejo mueble y la cama. No hay cocina ni refrigeradora, mucho menos un televisor.

Lo más grave es que la casa ni siquiera cuenta con servicio sanitario ni baño. La situación no podía ser más incómoda. Aquí es donde aparece el cariño generoso de los vecinos que, ante la necesidad de estos ciudadanos de oro, no los dejan solos. Sin importar la hora o el día, les abren las puertas de sus viviendas.

“Todos me dicen abuela, me quieren mucho, y yo los quiero mucho a todos aquí, porque son muy buenos”, expresó García entre lágrimas.

El sueño de esta pareja no se ha reprimido con los años. La esperanza y la ilusión de tener casa propia se mantiene tan viva como el primer día.

“Siempre he anhelado una casita, siempre, siempre… A veces yo he ido donde las vecinas y me dicen: ‘Acuéstese aquí en la camita’. Yo veo el techo y digo: ‘Señor, ¿cuándo voy a tener mi casita?’. Ese es mi sueño, tener una casita digna de nosotros, viejitos”, agregó.

Hay también otros deseos que se pasean en el corazón de doña Ana García. Por ejemplo, tener una máquina de coser. Hace muchos años habían comprado una, pero ya no funciona bien.

Lo que si abunda en estas cuatro paredes es el amor incondicional que los años y las carencias no han logrado sofocar. Se tienen el uno al otro y eso llena de dicha al corazón. El deseo de esta pareja es pasar los días de su vejez en paz, en esa casa que tanto han deseado.

¿Qué le parece si usted nos ayuda a cumplir el sueño de esta pareja? Juntos podemos darles la mejor navidad de sus vidas.

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